Si Estados Unidos y Francia quieren saber el significado de Donald Trump en la Casa Blanca y Marine Le Pen en El Elíseo, ya lo pueden visualizar en el Reino Unido, sumergido en un clima de caos político, la mayor crisis institucional de su historia moderna.

La mirada desde Bruselas sobre las islas contempla un escenario de destrucción. Guerra abierta en los dos principales partidos por su liderazgo. En los tories, el Partido Conservador, Theresa May y Boris Johnson, los primeros en prepararse para lo que ya se perfila como una batalla infernal.

En el Partido Laborista, rebelión contra el liderazgo de Jeremy Corbyn. El UKIP de Nigel Farage, el partido eurófobo, viviendo su su éxito y su fracaso. Logrado el Brexit y la ruptura con Europa, se abre el debate sobre su supervivencia. En un escenario de escombros ya no hay razones para su protesta.

Sorpresas para David Cameron en la cena del Consejo Europeo en Bruselas. Viajó para explicar las razones del rechazo a la Unión Europea en  el referéndum. Y advertir de las lecciones. Los líderes europeos decidieron escucharle. Pero acordaron debatir ya sin él, en el Consejo Europeo de este miércoles, el futuro inmediato del bloque y los nuevos desafíos que son acuciantes -entre ellos, la urgencia de un gobierno en España-.

De 28 a 27 miembros de manera exprés. Las sensaciones son diferentes en la Unión. Muy posiblemente son las señas de identidad del bloque, su debilidad pero también su grandeza. Hay sobre todo decepción. El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk -"lo que no te mata te hace fuerte", ha conducido estas horas para evitar un divorcio de platos rotos y a grito pelado. 

Por el momento Brexit llenó de ansiedad a las empresas, supuso la caída inmediata de David Cameron, llevó el caos político a Londres, reabrió el debate de la independencia de Escocia, y desató una formidable tormenta sobre la City y las Bolsas del continente -el IBEX 35 estuvo zarandeado por la mayor crisis de su historia.

PostBrexit acaba de empezar. Pero el daño, que es profundo, impactó a dos bandas. El error grave de David Cameron dejó sin voz ni voto al Reino Unido en la nueva relación especial que se busque con el bloque. Dañó a su país y a la Unión con heridas sin cicatrizar desde la gran recesión. Y empequeñeció la grandeza de las islas.

Seguramente ha sido un error colectivo. Los líderes de la Unión no se volcaron en la campaña. Tampoco conservadores y laboristas auguraron el huracán de desastres que se desataría. El daño en el Reino Unido todavía es difícil de calcular. Pero se puede decir que pocas veces hubo mayor estupidez política. Y, desde luego, un regalo envenenado para la anciana Isabel II en el aluvión de reconocimientos por su 90 cumpleaños. De forma insólita el Reino Unido afronta el mayor caos político de su historia moderna.
 

– Ver en Hechos de Hoy, "¿Por qué está usted aquí?", la bronca de Juncker a Nigel Farage.