El balance del terremoto es siniestro. Supone un mazazo de dolor para toda una zona muy montañosa y poco poblada del centro de Italia, ubicada a tan sólo 140 kilómetros de Roma y que ya sufrió otro devastador seísmo en 2009 (ver en Hechos de Hoy, Amatrice, una maldición que volverá a suceder en el centro de Italia).
El terremoto ha dejado ya 247 fallecidos, entre ellos una víctima española, cientos de desaparecidos bajo los escombros y miles de personas sin hogar. Las peores consecuencias de seísmo han estado focalizadas en la provincia de Rieti, y en la de Ascoli.
El primer ministro Matteo Renzi, en un mensaje a la nación, explicó que la mayor parte de las víctimas se ha concentrado en Amatrice, seguida de las localidades de Accumoli, Illica, donde habría una víctima española, Arquata y Pescara del Tronto.
La situación más dramática se vive en Amatrice, el municipio más grande de los afectados, y donde viven 2.000 personas, pero que en los meses de verano dobla su población con los veraneantes y además había muchos turistas que habían llegado para disfrutar el fin de semana de la fiesta de la pasta a la amatriciana, un plato que tiene aquí sus orígenes.
En Amatrice se ha seguido excavando con todos los medios y ayudados con unidades caninas y lámparas en búsqueda de posibles supervivientes entre los cascotes, después de que el alcalde de la ciudad, Sergio Pirozzi, asegurase que había centenares de desaparecidos.
Los pocos segundos que ha durado el terremoto han servido para hacer desaparecer prácticamente varias localidades situadas bajo la cordillera de los Apeninos y a pocos kilómetros de L'Aquila, donde en 2009 se produjo el terremoto que causó más de 300 muertos. Una pesadilla que volvió, y amenaza con repetirse. El papa Francisco suspendió su agenda en señalal de respeto y oración por las víctimas y solidaridad con todas las familias.