“Estonia elimina los monumentos de la época soviética de sus calles” o “Letonia derriba el último monumento soviético” son titulares que he visto estos días. Y tenía que escribirlo.
Rusia, cada vez más aislada de la comunidad internacional. Si ya no te quieren ni tus vecinos, mejor es que te cambies de barrio. Pero claro, Rusia no se puede ir de esos territorios, faltaría más. Pues deben de cambiar de actitud.
No querían a la OTAN cerca de sus fronteras y lo que han conseguido es que todos esos países limítrofes quieran pertenecer a la alianza atlántica. Peor no les puede estar saliendo la jugada. Y los países bálticos quieren borrar su pasado soviético y ya no quieren ser sus “amigos”.
En Riga, derribaron el monumento a los libertadores, construido en 1985 cuando Letonia todavía era soviética, y el monumento a la victoria.
En Estonia, retiran el monumento a un tanque ruso en la ciudad fronteriza de Narva ante el intento de los ciudadanos de mantenerlo en su sitio. Lo que les digo, que la diplomacia nos diferencia de los animales.
Rusia debe dialogar más con sus vecinos. En eso se basa el crecimiento como sociedad. Si haces todo por la fuerza llagará un momento, y ya está llegando, en que nadie te preste un poco de azúcar cuando el café te sepa amargo.
