Fueron memorables sus discursos en el Congreso de Estados Unidos y la Asamblea General de Naciones Unidas. También sus palabras en la Casa Blanca. Importantes, desde luego, todos los actos. Pero intenso y emotivo, para estremecer, fue su llamamiento en Nueva York a vivir la religión como fuerza de tolerencia y nunca de odio.
El jesuita Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, miró al pasado y al presente. Y también proyecto su visión sobre el futuro. Llamó a hombres y mujeres, con sencillez, y con respeto. Habló al corazón. Se estremeció en la Zona Cero ante el sufrimiento de Nueva York, la destrucción de las Torres Gemelas. A un ataque de odio y fanatismo que buscó la mayor matanza.
Fue impresionante su imagen en la Zona Cero, Ground Zero, donde quedó marcada la ubicación de las Torres Gemelas del World Trade Center antes de su destrucción en los atentados de 2001. En el Museo Nacional 11 de Septiembre, el Papa se emocionó y transmitió todos sus profundos sentimientos personales. En el acto religioso, las reflexiones del rabino Elliot Cosgrove y del imán Jaled Latif, de la Universidad de Nueva York. Judíos, musulmanes, cristianos, hindúes, budistas y sijs, unidos en el dolor y la esperanza, la muerte y la vida, el perdón y el recuerdo.
En español, Francisco desgranó sus palabras: "El agua que vemos correr hacia ese centro vacío nos recuerda todas esas vidas que se fueron. El agua cayendo es símbolo también de nuestras lágrimas. En este lugar lloramos la pérdida injusta y gratuita de inocentes".
– Ver en Hechos de Hoy, John Boehner da un paso al costado y se retira de la escena de Washington.