Reconocimiento de cariño y liderazgo a Francisco en este Domingo de Pascua. Si impresionó su humildad, y su gesto de dejar Roma el Jueves Santo, dejó un mensaje vibrante y sorprendente en la vigilia pascual (ver en Hechos de Hoy, Francisco, humildad ante los refugiados y oración por la unión de religiones).

Fue muy claro y tajante.

Dejen de ser cristianos. abandonen una terrible trampa, eran las palabras iniciales que precisó de forma inmediata y con gran énfasis.

"Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida", advirtió Francisco.

Como señaló en su viaje a México, con durísimo mensaje a los obispo, sus palabras fueron también una llamada de atención a la Curia. Este domingo, en su saludo a los cardenales, se pudo comprobar perfectamente lo que es una relación puntual y dónde hay agradecimiento de Francisco por humildad y entrega de los cardenales.

El Papa advirtió a la propia Iglesia que si no sale de sí misma y no resucita en su corazón la alegría y el amor, será "un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene el mundo".

De forma muy gráfica, y con ese tono directo de llegar a los corazones, el Papa habló con claridad de la figura de Pedro quien no creyó el testimonio de que Cristo había resucitado.

"Hay sin embargo un detalle que marca un cambio: Pedro no se quedó sentado pensando, no se encerró en casa, como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de donde regresó admirándose de lo sucedido", dijo Francisco.

Los nuevos cristianos a los que bautizó el Papa en la basílica de San Pedro fueron ocho mujeres y cuatro hombres y procedían seis de Albania, dos de Corea y los otros de India, China, Camerún e Italia. Francisco culminó los actos de la Semana Santa con la misa del Domingo de Resurrección en la basílica de San Pedro, el Mensaje Pascual, y la bendición Urbi et Orbi.