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NI ORDENA MATAR

Dios no mata ni en Bruselas, ni en las Torres Gemelas, ni en Atocha

La muerte en Bruselas no nace de la religión. Conversábamos un grupo de amigos y a uno le salido de un tirón: "desde hace siglos las guerras son por la religión".

Hechosdehoy / G. Lucko
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Aparte de que llamar guerra al terrorismo sea un tipo de monstruosidad muy actual, el veredicto es injusto. Con mucha paz y algunos datos le he hecho ver a este amigo que las guerras de hace siglos como las más recientes no son “por la religión”; a lo más son porque algunos, para satisfacer sus ansias del poder, manipulan el sentimiento religioso.

La fe en Dios es aprovechada por líderes, que no coinciden plenamente en esa fe, para construir agravios con los que provocar primero una diferencia insalvable, luego enfrentamientos y, finalmente, enemistad irreconciliable y guerra.

Se hagan llamar cristianos, musulmanes, judíos o creyentes de cualquier otra fe quienes siembran odio no están legitimados para hablar en nombre de Dios. Dios no mata. Dios no quiere que los hombres se maten entre sí.

Ni en Bruselas, ni en las Torres Gemelas, ni en Paris, ni en Londres, ni en Atocha, ni en Siria nadie mata por un querer de Dios. No sólo eso es una blasfemia. Es también una falta de análisis racional cuando no una muestra de pereza intelectual. Permítanme que insista: Dios no mata, ni ordena matar.

La religión tampoco. Religión –re-ligare– es el ejercicio esforzado por vivir unido a Dios, lo que en la vida humana puede lograrse por toda persona con la condición de querer cumplir su voluntad. Evidentemente no siempre se logra en todo. Por eso hay que rectificar.

Pero, si lo ven como yo, no encontrarán a nadie -salvo padecimiento de tipo psiquiátrico o fanatismo mórbido- que busque el bien quitando la vida a otro. A uno o muchos inocentes.

Desde luego, el quinto mandamiento .“no matarás”- es una norma que pone en dos palabras lo que el alma humana conoce sin necesidad de palabras. Los cristianos, por el mismo Jesucristo, sabemos además que en ese precepto se encierran otras obligaciones de naturaleza similar como no insultar, respetar la integridad del otro u otra e incluso amar a los que nos odian o persiguen.

Sin embargo, la opinión de mi amigo bebe, quizás sin saberlo, de esa corriente de pensamiento según la cuál, como la religión está en la base de tanta violencia lo que hay que abolir o reducir es el fervor religioso.

Desconoce esa corriente también dos cosas. La primera que la fe no es derogable. Vean lo que ha pasado en países comunistas; cómo, tras setenta años de persecución y torturas, renació con vigor extremo. La segunda cosa es que si se diese ese imposible que imaginan, la condición humana es capaz de odios más mortales que los que contemplamos. Un mundo sin Dios es un mundo menos humano y, por tanto, más frágil, más violento.

La muerte en Bruselas no nace de la religión. Como otras matanzas, es hija de la falta de la libertad interior, que impide reconocer y hacer propia la libertad de los demás, precisamente, de los hijos de Dios.

Entre las imágenes difundidas tras el atentado del aeropuerto Zaventem, llama la atención un vídeo del exterior en el que se ve la salida aterrorizada de los viajeros. A sus espaldas dejan la fachada de la terminal de salidas en la que cuelga un gran mural con un cartel de Brussels Airlines en el que se lee “Let’s fly for free”.

Pues eso: la gratuidad de la vida, no puede llevar el coste del fanatismo, pero tampoco pagar peaje a la simpleza de abolir la religión.


– Ver en Hechos de Hoy, #JeSuisBruxelles, el movimiento de solidaridad con Bruselas.

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