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ECOAVENTURA

Dominica, la isla verde y tranquila en medio del Caribe

Además de buceo, snorkeling o kayaking, la isla ofrece la Poza Esmeralda y el Parque Nacional Morne Trois Pitons con sus lagos, fumarolas, volcanes. Un paraíso para los amantes de la naturaleza.

Hechosdehoy / José Antonio Ruiz
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Cuando pensamos en el mar Caribe, siempre nos vienen a la cabeza fabulosas playas de arena blanca y nos imaginamos allí en una hamaca con un daiquiri con un paragüitas rojo en la mano. Pero no todas las islas son iguales y hoy os traigo una que está fuera de los circuitos más transitados y que, al mismo tiempo es, como reza el título de este post, verde y tranquila.

Nos alejamos pues de Mozambique y su capital Maputo en la que estuvimos el lunes pasado y nos vamos a Dominica (¡no confundir con República Dominicana!), una de las Antillas Menores, en pleno Mar Caribe. ¡Vámonos!

Empecemos por el principio, ¿dónde se encuentra concretamente esta isla? Bueno, isla y país tan soberano como España, ¿eh? Pues exactamente entre dos islas francesas: Guadeloupe y Martinique. Ya, supongo que no ayuda mucho, ¿no? Bueeeeeno, también podemos decir que se encuentra al Sureste de Puerto Rico y al Norte de Venezuela o Trinidad y Tobago pero hay tantas islas entre medias se pierde uno un poco al mirar el mapa. Pero ahí está, os lo juro por el Rey Arthur.

Inicialmente vivían allí apaciblemente los indígenas arahuacos entre risas y fiestas cocoteras pero, en el siglo XIV, llegaron los indios caribes y la liaron parda. Y tris-trus-trás, cataplás, hicieron desaparecer a los pobres arahuacos a golpe de collejas con la mano abierta. Se acabaron las risas de estos últimos y empezaron las de los caribes.

Pero no les duraron mucho tampoco porque el 3 de noviembre de 1493 llegó, como no, el brasas oficial (según los lugareños) del Caribe: Cristóbal Colón. Era domingo y, de ahí, el nombre: Dominica. Supongo que estaba cansado de poner nombres a las islas y ya la creatividad la tenía por los suelos. Y es que, allí hay muchas, ¡pero que muchas islas!

Lo que no sabía Cristobalín es que aquellos caribes tenían mogollón de mala leche. Tanta tanta que, cada vez que iban, les sacaban a collejas también (no por nada, fue la última isla del Caribe en ser colonizada).

Entre eso y que no había oro, España pasó olímpicamente de la pequeña isla y no fue hasta casi un siglo y medio después que se asentaron los franceses. Luego llegaron los ingleses y bla, bla, bla, y hasta hoy, que es un país independiente con muchos rastas.

Por cierto que allí todavía viven más de 2000 caribes auténticos. Los únicos en todo el Caribe Oriental. Aunque son pocos ya que hoy predominan de forma muy notoria los descendientes de los esclavos africanos que a sus costas, encadenados e injustamente, llegaron.

Y afortunadamente nosotros (iba acompañado de mi hermana Lara) no llegamos encadenados y pudimos disfrutar de una visita un tanto diferente a la de otras islas más conocidas. Y digo diferente porque Dominica no es una isla del Caribe que acoja al turismo masivo y para ello hay un motivo principal: allí no se va por las playas. Ojo, que las hay, pero hay pocas de arena, algunas son de difícil acceso y las infraestructuras no son, digamos, las de Aruba

Lo que sí hay es mucha selva. Una jungla preciosa para perderse (bueno, cuidado) buscando pozas escondidas y cascadas recónditas. Dos de los lugares más visitados en este sentido son la Poza Esmeralda y el Parque Nacional Morne Trois Pitons (UNESCO) con sus lagos, fumarolas, volcanes… Una maravilla para el senderismo y los amantes de la naturaleza. La ecoaventura allí es lo que pita ¡pero también hay buceo, snorkeling y kayaking! No nos olvidemos de que es una isla del Caribe.

En general el ambiente es tranquilo, apaciguado. Aparte del que se respira en la selva, esto se hace también evidente en la capital, Roseau. Una ciudad relajada en la que comerte una buena papaya o un buen coco y es que la fruta es fantástica en Dominica. Sus calles e iglesias, aunque sin grandes pretensiones, representan un ejemplo de la relajada vida caribeña más allá de los tumultos.

Así que ya sabéis, si os encontráis por la región, estáis cansados de playa y lo tenéis fácil para llegar, en Dominica descubriréis una alternativa al Caribe tradicional en la que llenaros de verde y tranquilidad.

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