Os prometí un post muy especial esta semana, ¿no? Pues os voy a contar una de las aventuras más grandes de mi vida. Voy a compartir con todos vosotros un “viaje” muy especial en el primer post del segundo año de TravelZungu. Los que habéis seguido el blog con regularidad (o aquellos que me han contado que se lo han leído del tirón) recordaréis el post que escribí sobre rastrear gorilas en la República Democrática del Congo (RDC).
Ya os adelantaba en el mismo que tenía mucho que contaros sobre este país y los motivos que me llevaron a tan increíble lugar. Pues esta es una ocasión ideal para hacerlo. Vamos allá… ¿Qué motivo puso mi pecho peludo en el país más pobre del mundo? ¿Por qué he pasado temporadas allí?
Todo comenzó un buen día a 40 grados bajo cero en la Antártida. Estaba solo, sentado en el hielo, reflexionando. Tenía 33 años, había cumplido mis propósitos profesionales y quería seguir viviendo con intensidad… En ese momento decidí cambiar mi vida de una forma radical. Sin anestesia.
Esa decisión no sólo me llevó a viajar todavía más de lo que ya viajaba sino que, como primera prioridad en mi nueva andadura, estaba determinado a devolverle a la vida lo que la vida me había dado a mí. Y así empezó todo…
Para mí la educación ha sido clave para evolucionar a lo largo de los años por lo que me concentré en ese campo. ¿Una forma de hacerlo? Construyendo una escuela para aquellos que no tienen acceso a la escolarización. ¿Dónde? En un lugar al que llegase poca o ninguna ayuda. ¿Cómo? Pues con mucho esfuerzo.
Mis pretensiones llegaron a oídos del que hoy en día es uno de mis mejores amigos y fue él quien me mostró este país. En mi primer viaje, al recorrerlo me di cuenta de que ese era el lugar adecuado para crear futuro y, sin pensarlo, me quedé. Y fue así cómo terminé en la República Democrática del Congo.
Antes de contaros un poco sobre RDC, os comento que hay dos Congos. La República del Congo y la República Democrática del Congo. La primera, ex-colonia francesa y, la segunda, ex-colonia belga (la que se llamó Zaire durante muchos años). Yo os hablo siempre de esta última.
Un país difícil, complejo, peligroso, pobre, en conflicto… pero maravilloso, cautivador y auténtico. Hay una frase que se dice mucho en Africa que es: “This is África” (Esto es África). Que viene un poco a decirnos que te olvides de cómo haces o ves las cosas en el resto del mundo. Aquí todo va a un ritmo particular y se hace de una forma diferente.
Yo iría más allá. Habiendo conocido, literalmente, los 54 países de África, puedo decir: “This is DRC” (Esto es RDC) porque es otro planeta en muchos aspectos en comparación con sus estados vecinos. Sólo entrar ya es una aventura. Recuerdo la primera vez que fui. Nada más cruzar la frontera, se cuadró todo el mundo. Se quedaron inmóviles, en silencio… Yo pensé: “Jo, vaya recibimiento, ¿no?“.
Luego me di cuenta de que estaban procediendo a la bajada de la bandera que tiene lugar a la misma hora todos los días y es una gran ofensa no rendirle honores y respeto. Menos mal que yo me mimeticé y me quedé allí estupefacto tratando de saber que ocurría. Lo mismo me pongo allí a pegar voces en plan: “¡Gracias, queridos amigos congoleños por este solemne recibimiento! ¡¡Ya estoy aquí!!” y termino en una celda.
RDC tiene las peores infraestructuras del mundo, tiene los mayores índices de violencia de género del planeta, el mayor número de tormentas eléctricas, aquí se originó el SIDA, el Ébola y podría seguir… Pero por otro lado, las aventuras son puras, los paisajes increíbles, las gentes hospitalarias, los colores vivos, sus mercados vibrantes, sus cielos muy estrellados, los atardeceres románticos y los amaneceres un regalo para el alma.
Podría escribir tanto sobre este país y mi vida allí que mejor me centro hoy en la aventura de aportar esperanza a los más necesitados y otro día os cuento con detalles cómo fue y cómo lo viví. Yo no entiendo de ONGs ni entidades similares y no quería tomar riesgos con un dinero que había ahorrado con sudor para esta causa así que decidí hacerlo por mi cuenta, a título privado y así lo hice.
Con muchos peligros y obstáculos, asumiendo innumerables riesgos y con muchas vivencias y momentos que nunca podré olvidar. Gracias al esfuerzo de los trabajadores durante varios meses y de aquellos que me ayudaron en el camino, hoy 200 niños de una zona abandonada, rural, selvática y sin recursos, acuden diariamente a esta escuela a forjarse un futuro mejor.
Yo lo hice totalmente de forma anónima y con mis recursos. No salí a la calle a contarlo ni me vanagloriaba por ello. Lo hice porque me pareció lo correcto y necesario. Lo que nunca pensé fue en la repercusión de mis acciones. El impacto ha sido tan brutal que me he propuesto hacer más y mejor pero abriendo las puertas a todo aquel que quiera participar de una forma u otra.
Así nació el Proyecto Mzungu. Un proyecto que hoy en día supone una gran parte de mi vida y que he plasmado en www.proyectomzungu.com (donde encontraréis toda la información). Acabo de activar las redes sociales de la página en español por lo que, si os parece interesante, dadle al Me Gusta, suscribíos al blog del proyecto, Twitter y esas cosas para estar al tanto, ¿ok? Ya sea porque tengáis inquietudes afines o por simple curiosidad, os va a gustar y os invito a todos a ayudarme a difundir el mensaje porque merece la pena.
No dudéis en contactarme si queréis saber más o ver el vídeo que grabé en el que se narró toda esta apasionante experiencia (muy largo para ponerlo aquí). Proyecto Mzungu ya está en marcha y ¡este año voy a construir otra escuela! Esta vez con el apoyo de personas que quieren contribuir y, como también se trata de compartir, voy a llevarme a alguien conmigo para que viva el viaje/experiencia/aventura de su vida. Todavía no sé quién será esta persona pero que me la llevo, me la llevo. Lo mismo serás tú, querido amigo/a lector/a.
Por cierto, muchos os habréis preguntado qué significa “mzungu” y cómo se pronuncia, ¿no? Pues es una palabra que viene del swahili que significa: Explorador, europeo, blanco, extranjero y, literalmente, viajero errante. La pronunciación sería algo así como “musungu”. Si habéis viajado al Este de África, ¡os lo habrán llamado 20 veces!
Como podéis ver, no todos los viajes son para ver monumentos ni para sentir sólo uno mismo las sensaciones. Hay experiencias con las que puedes sentir la sangre corriéndote por las venas, saber que contribuyes a un mundo mejor, en las que te integras profundamente en el entorno y que suponen un aventura sin parangón o precedentes. Ésta fue sin duda una de ellas y ha sido para mi una alegría compartirla hoy con vosotros. Gracias por leerme, amigos.
¡Hasta la semana que viene! Y si te gusta lo que lees, ¡Difúndelo!