El presidente del Gobierno dejó en manos de la vicepresidente, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, el seguimiento continuo a las tensiones surgidas en torno a Grecia.
La primera crisis llegó con el cambio de estrategia en Atenas, como informó Hechos de Hoy, poniendo Alexis Tsipras y Syriza, la Coalición de la Izquierda Radical, el foco sobre Mariano Rajoy, acusándole de una conspiración para derribar el gobierno griego.
La respuesta llegó rápidamente a través del secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo. Aseguró al primer ministro griego Alexis Tsipras que los problemas de su país "no se resuelven con declaraciones, sino con reformas".
Subrayó que "España no es adversaria de nadie, sino al contrario: es solidaria con el pueblo griego como lo ha demostrado comprometiendo 26.000 millones de euros en un momento muy difícil para la economía de nuestro país en plena recesión". "Por lo tanto, lo que pedimos al nuevo gobierno griego es responsabilidad porque creemos que los problemas de Grecia no se resuelven con declaraciones, sino con reformas, y eso es lo que esperamos que haga el nuevo Gobierno griego", señaló.
El criterio del Gobierno de Mariano Rajoy es el de rechazar polémicas bilaterales, remitirse a los criterios de gobernanza del Eurogrupo y la Unión Europea y no entrar en un duelo con Syriza y su líder, Alexis Tsipras, con quien mantiene contacto directo Pablo Iglesias.