Otra noche terrible de rugidos, ceniza, explosiones, angustia y miedo. Preocupa que la lava podría variar la dirección de las coladas y afectar a más zonas engullendo edificios y plantaciones.
La erupción que comenzó hace 17 días en Cumbre Vieja, en La Palma, no da tregua a la población de los municipios cercanos. El volcán no para de lanzar lava y el suelo de La Palma no deja de temblar. Ni se detienen ni se estabilizan los terremotos, sino que aumentan.
Hasta 30 terremotos se han producido en las últimas horas en el sur de la isla. Durante la pasada madrugada, el volcán ha sufrido una de las noches más explosivas de las últimas dos semanas, expulsando piroclastos y auténticas "bombas".
Este martes, el sismo más fuerte ha sido en el sur de la isla con una magnitud de 3,9. Desde el 11 de septiembre, se han registrado unos 1.500 terremotos, una actividad sísmica que se ha intensificado más en las últimas jornadas. Sin embargo, los geólogos no consideran que, de momento, los temblores se vayan a traducir en una nueva erupción. Según el Instituto Geográfico Nacional, lo importante es que se produzca a gran profunidad, como está ocurriendo, y que no suban a la superficie.
Preocupa la intensidad del magma, la velocidad con la que cae alcanzando los 70 metros por minuto. Después de tres kilómetros, cerca de la montaña de Todoque, se ralentiza a unos 10 a 15 metros por minuto. La superficie total afectada por la lava emitida alcanza ya las 413,38 hectáreas, con un perímetro de 36,3 km y una anchura máxima de 1.250 metros. La fajana ocupa una extensión de 32,7 hectárreas y sigue expandiéndose.
Por otro lado, y ya es casi anecdótico, las cenizas de la erupción volcánica de La Palma están llegando ya hasta Cuba.
El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este martes un plan de ayudas de 206 millones de euros para la reconstrucción de infraestructuras, entre ellas el suministro de agua, los sectores agrícola y turístico y el fomento del empleo.
Ya son más de 6.500 personas desalojadas las que precisan de ayuda inmediata. La solidaridad está siendo enorme, desde todos los puntos de España, pero los que lo han perdido todo y cuyas casas han quedado enterradas por la lava, necesitan lo primero una vivienda digna para intentar volver a rehacer su vida.