"Yo no soy el poder", dijo Donald Trump señalando con su dedo a la multitud frente al Capitolio, mucho menor que en las juras presidenciales en Barack Obama. Un día después, el presidente de los Estados Unidos tuvo una respuesta de exigencia política y moral. El poder no lo representan sus seguidores fanáticos. Llegó de inmediato. Lo llevan en el corazón millones de hombres y mujeres. El autoritarismo es inaceptable en una sociedad democrática.
Masiva movilización en Washington, extendida también a las principales ciudades de Estados Unidos, y en todo el mundo (80.000 personas ante la Embajada de Estados Unidos en el Reino Unido) para mostrar el miedo y la preocupación que ha causado la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
La Marcha de las Mujeres, el movimiento Pussy Hats, no es una cuestión femenina. Afecta a hombres y mujeres. Se ha convertido en Estados Unidos -con impacto internacional- en una protesta cívica masiva, en un grito de dignidad con siete énfasis:
1. Violencia intolerable. Las mujeres tienen que estar libres de una vez de cualquier tipo de agresiones.
2. Derechos esenciales e individuales. Las mujeres pueden y deben decidir por ellas mismas sus embarazos.
3. Derechos de los discapacitados. Es la hora de romper barreras para ser verdaderos ciudadanos.
4. Igualdad en el salario. Se convierte en necesidad la exigencia de transparencia, responsabilidad, seguridad y equidad en el trabajo.
5. Derechos civiles. Sin intimidación ni acoso.
6. Ningún ser humano es ilegal. Derechos de los inmigrantes y los refugiados.
7. Protección a medio ambiente. La Casa Blanca no puede ser negacionista.
Es la marcha que es histórica ya en Washington del movimiento Pussy Hats. No se trata sólo de una protesta de las mujeres, sino de la defensa y apoyo a las minorías, los inmigrantes y los derechos civiles y sociales.
Una marcha de apoyo a todos los que humilló Donald Trump en su campaña electoral. Frente a la gorra roja de Donald Trump, la gorra de los trumpistas, el gorro de lana rosa hecho a mano con la forma de las orejas de un gato.
Es el movimiento con el doble sentido de la palabra pussy (gatito y también coño) para denunciar la misoginia -la aversión a las mujeres o falta de confianza en ellas- de Donald Trump. El presidente, como denunció el diario de Jeffez Bezos, el patrón de Amazon (The Washington Post) se vanaglorió de que podía hacer con las mujeres “lo que quiera, incluso agarrarlas por el coño” sin su consentimiento.
La Marcha de las Mujeres comenzó en California como la iniciativa de una mujer que planteó a sus amigas viajar a Washington en el día siguiente a la jura de Donald Trump. Se convirtió en un movimiento nacional en Estados Unidos e internacional. El nuevo presidente no necesita encuestas de opinión. Las vivió en pleno Washington al tener que cambiar su recorrido. Su ira e intolerancia recibió la primera respuesta.
– Ver también, Donald Trump a mi manera, el malestar que Nancy Sinatra no ocultó (Hechos de Hoy)