Un clima de misterio, secretismo e intrigas en Bielorrusia que preocupa en Lituania, Letonia, Ucrania y Polonia y ha suscitado la alarma en la OTAN. Analistas económicos y bancos de inversión temen el impacto de un golpe de Estado directo o indirecto en Bielorrusia.
La alarma ha sido suscitada por la muerte de Vladimir Makei, ministro de Exteriores de Bielorrusia quien pudo morir en Minsk apuñalado, envenenado o estrangulado cuando buscaba el liderago del papa Francisco para crear un movimiento cristiano y ecuménico, de católicos y ortodoxos, a favor de una paz inmediata y total en Ucrania. La iniciativa de Vladimir Makei significaba la ruptura de Bielorrusia con Rusia.
¿Una operación de Serguéi Naryshkin? En Rusia, la seguridad y protección del presidente está en manos del Servicio Secreto del Kremlin, conocido como Servicio de Inteligencia Exterior, SVR o CBP. Actúa también como el servicio de inteligencia exterior ruso. Está dirigido por Serguéi Naryshkin, una de las figuras más misteriosas y más poderosas de Rusia. Y, también, una de las más cercanas a Vladimir Putin.
La operación de tomar Bielorrusia refleja finalmente, según notas de bancos de inversión y expertos en cuestiones eslavas, la intención del círculo de poder de Putin, o de quien actúa en su nombre, de haber lanzado la invasión de Ucrania como primer paso de una respuesta revisionista, la de no aceptar la desaparición y derrota de la Unión Soviética y levantar una estructura similar, con la misma influencia y poder exterior. Es lo que algunos expetos califican como la III Guerra Europea o la Segunda Guerra Fría.
Minsk es ahora el escenario de temor a Rusia. Lukashenko teme que pueda ser la próxima víctima de Putin, Ha ordenado cambiar chefs, guardias y sirvientes en una reacción muy parecida a las luchas de poder en el Imperio Romano.
Rusia cree que es el presidente el que está impidiendo que muchos bielorrusos luchen en Ucrania para Moscú.
Alexandr Lukashenko teme abiertamente por su vida. El presidente de Bielorrusia, hasta ahora fiel aliado de Vladimir Putin, cree que puede ser la próxima víctima de Moscú tras la misteriosa muerte de Vladimir Makei, el ministro de Exteriores del país.
Lukashenko ha ordenado cambiar de chef, de sirvientes y también a su equipo de seguridad. Cree, de hecho, que podría ser envenado por orden de quien hasta ahora al menos ha sido su protector político.
Algunas fuentes citadas por medios británicos aseguran que Moscú está irritado porque Lukashenko y Makei impidieron que el ejército bielorruso luchara activamente en Ucrania. La muerte de Makei se produjo antes de que se reuniera con Sergei Lavrov.
El empresario y enemigo de Putin en el exilio, Leonid Nevzlin, afirmó que Makei “murió como resultado de un envenenamiento desarrollado en un laboratorio especial del FSB“. Varias fuentes de hecho apuntan directamente los “servicios especiales” rusos como culpables de la muerte de Makei.
El Servicio de Inteligencia Exterior, SVR o CBP actúa a la vez en estrecha colaboración con el FSB, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia. Es el principal servicio de seguridad nacional de Rusia, heredero directo del KGB, uno de los órganos federales que se encuentra también bajo la jurisdicción inmediata del presidente de Rusia.
Entre las funciones del FSB se encuentran la contrainteligencia y espionaje, seguridad interna y de fronteras, medidas antiterroristas y vigilancia.
“Los hijos de Lukashenko han recibido seguridad adicional. El dictador no se fía de nadie”, cuentan fuentes que conocen el día a día del presidente bielorruso, que además “teme que Putin le esté preparando un magnífico funeral”. En el caso de Makei apuntan al hombre fuerte de Putin -y para muchos aspirante a sustituirle- Nikolai Patrushev, quien actuó como “comisario” del asesinato.