Los sofocos, también conocidos como bochornos o crisis vasomotoras, son un síntoma común de la menopausia que pueden afectar significativamente la calidad del sueño en las mujeres.

Los sofocos se caracterizan por una sensación repentina e intensa de calor que generalmente se concentra en la cara, el cuello y el pecho. A menudo van acompañados de enrojecimiento de la piel (rubor) y sudoración profusa. A veces asocian palpitaciones y escalofríos una vez está finalizando el episodio.

Los sofocos pueden aparecer durante el día, pero su frecuencia aumenta durante la noche, siendo por ello una causa por la que las mujeres que los padecen pueden presentar trastornos de sueño asociados.

¿Cuáles son los trastornos del sueño que con mayor frecuencia se asocian a la presencia de sofocos?

–Despertares nocturnos: Los sofocos pueden causar despertares abruptos durante la noche, dificultando la continuidad del sueño y reduciendo el tiempo total de descanso.

–Sueño no reparador: La frecuencia de los despertares puede llevar a un sueño fragmentado, impidiendo que las mujeres alcancen las fases más profundas y reparadoras del sueño.

-Estrés y ansiedad: La anticipación de los sofocos nocturnos puede generar ansiedad, lo que a su vez puede afectar negativamente la capacidad para relajarse y conciliar el sueño.

–Calidad de vida disminuida: La falta de sueño de calidad puede tener un impacto acumulativo, afectando la energía, el estado de ánimo y la funcionalidad diurna, lo que puede reducir la calidad de vida general.

¿Cómo se evalúa y se trata este problema de salud?

En primer lugar, es fundamental realizar una correcta historia clínica para conocer la naturaleza de los síntomas, y evaluar otros factores de interés médico. En segundo lugar, en algunos casos puede ser necesaria una valoración de la situación hormonal de la mujer. Por último en ciertas situaciones, puede estar indicado realizar un estudio de sueño.

En cuanto a los tratamientos, se debe comenzar con medidas no farmacológicas, como por ejemplo mantener una temperatura fresca en el dormitorio y usar ropa de cama ligera, ya que esto puede ayudar a minimizar los sofocos nocturnos. Si esto no es suficiente, se pueden plantear tratamientos sintomáticos de los sofocos, durante una etapa concreta. Se dispone de varios fármacos que han demostrado su eficacia. Por último, existe la terapia hormonal, que también puede acabar con el problema.

Sin duda es fundamental hacer una evaluación cuidadosa de cuáles son los factores concretos determinantes en cada paciente en particular, para así poder dar solución a los mismos.

(*) Clínica CISne