Estados Unidos confirmó oficialmente la veracidad del macabro vídeo de la ejecución. El reportero James Foley, de 40 años, fue decapitado a cuchillo en una muerte grabada fríamente y subida a YouTube, además de extenderse por las redes sociales.
Hillary Clinton -asunto que trató Hechos de Hoy– reprochó hace días al presidente Barack Obama el haber dejado solos a la oposición siria en su levantamiento contra Bachar el Asad. En ese baño de sangre surgió, como escisión de Al Qaeda, el grupo terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), hoy reconvertido en la guerrilla suní radical de Estado Islámico (EI o ISIS).
Desde que estalló la primavera árabe en Túnez, un extraordinario movimiento de libertad, James Foley lo siguió en Libia primero, en 2011. Fue secuestrado el 22 de noviembre de 2012 en el norte de Siria, cerca de la ciudad de Taftanaz. Informó del levantamiento contra Bachar el Asad para la web estadounidense GlobalPost y la agencia France Presse, entre otros medios.
La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) recordó que otros tres periodistas extranjeros siguen secuestrados en Siria, mientras que no hay noticias de otros cuatro. Entre los secuestrados está el también estadounidense Steven Sotloff. En el vídeo de la decapitación de James Foley, Estado Islámico amenazó con asesinarle si Estados Unidos mantiene su ofensiva aérea.
Aunque todas las luces están hoy sobre la batalla en el norte de Irak, las persecuciones y la catástrofe humanitaria, el dramático relato de lo que sucede comenzó en Siria. La muerte dramática de James Foley debe ser un reconocimiento a quienes se han rebelado a un muro de silencio sobre el sufrimiento sin límites en Siria.
Bachar el Asad aplastó de forma brutal a la oposición en acciones de violencia sin límites. La valentía de James Foley evitó la impunidad en la matanza de inocentes. Un valiente testimonio que permanece y queda como epitafio de una muerte que no se puede olvidar en la arena del desierto iraquí.