Albertico Pujol es uno de los actores más populares y orgánicos que ha nacido en Cuba en los últimos 50 años. El cariño que le prodiga la gente, es directamente proporcional a su facilidad para hacer creíble hasta el más mínimo gesto de cada uno de los personajes que encarna.
Después de incursionar en la televisión, el teatro, el cine y la música, Albertico ha decidido probar suerte en la cocina. Desde Bogotá, donde reside hace años, enviará cada viernes un nuevo capítulo de La cocina de Pujol, un programa culinario que concibió para YouTube.
Al cabo de medio siglo, las consecuencias de la revolución han sido devastadoras para Cuba. Nuestros antropólogos, sociólogos e historiadores tienen pendiente la gigantesca tarea de medir los daños del huracán socialista en todos los ámbitos de la sociedad y la nación, incluyendo el acto de comer como un cubano.
Aunque Albertico no se lo haya propuesto, su cocina se irá convirtiendo, viernes tras viernes, en un invaluable documento antropológico, lleno de ingredientes, sabores, gestos, frases, chistes e ideas que identifican y definen a la cubanía.
Si en Cocina al minuto se inducía a los cubanos a sustituir el fufú de plátano por el cereal de sémola, en La cocina de Pujol se les mostrará cómo recuperar los sabores que ya no recuerdan, esos a los que sus abuelos y sus padres apelaban cuando tenían nostalgia "del tiempo de antes".
Si Nitza Villapol buscaba desesperantes opciones para las carencias y los desabastecimientos, Albertico Pujol no escatima y le pone a las recetas los ingredientes que en verdad llevan. “El que no tenga aceite de oliva, que se lo imagine”, dice en un momento, pensando en el día en que su video comience a circular por Cuba de manera clandestina.
Mientras preparaba una banana supreme (la receta del primer capítulo), Albertico pidió que la salsa vita nuova fuera declarada patrimonio cubano. En algún momento, si él es persistente y su programa alcanza todos los viernes que merece, habrá que hacer lo mismo con La cocina de Pujol: declararla patrimonio del pasado y del futuro de un país que no tiene presente.