Francisco desgranó con solemnidad un muy serio mensaje a la Unión Europea al cumplirse seis décadas de los tratados fundacionales de la Unión Europea (hoy, tras el Brexit, una unión continental). Se trató de uno de los grandes momentos de su papado porque no restó dramatismo e intensidad. Alertó con todo el énfasis del peligro de muerte.

El Papa destacó la extrema importancia de "volver a pensar en modo europeo" subrayando que la identidad de la Unión Europea  "es y siempre ha sido una identidad dinámica y multicultural". En la Sala Regia del Vaticano, llamó a Europa a considerar que la solidaridad es "el antídoto más eficaz contra los modernos populismos".

Se refirió también a la "grave crisis migratoria" que afronta la Unión Europea. Apuntó que no es solo "un problema numérico, económico o de seguridad". Apeló a Europa a plantearse qué cultura está en condiciones de proponer.

Destacó que la riqueza de Europa "ha sido siempre su apertura espiritual y la capacidad de plantearse cuestiones fundamentales sobre el sentido de la existencia". "Parece como si el bienestar conseguido le hubiera recortado las alas, y le hubiera hecho bajar la mirada", reflexionó ante los líderes de la Unión Europea y sus instituciones que ya no cuentan con Reino Unido.
.
Sobre los populismos, Francisco dijo que "florecen precisamente por el egoísmo, que nos encierra en un círculo estrecho y asfixiante y no nos permite superar la estrechez de los propios pensamientos ni 'mirar más allá'".

El Papa dijo que Europa "es una familia de pueblos y, como en toda buena familia, existen susceptibilidades diferentes, pero todos podrán crecer en la medida en que estén unidos. La Unión Europea nace como unidad de las diferencias y unidad en las diferencias". "Por eso las peculiaridades no deben asustar, ni se puede pensar que la unidad se preserva con la uniformidad", expresó.

En su importante discurso,  Francisco alabó el "patrionio moral y espiritual" de Europa, del que dijo que es "único en el mundo, que merece ser propuesto una vez más con pasión y renovada vitalidad, y que es el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo".

Al término del discurso, el Papa saludo uno a uno a todos los líderes y se reunió con ellos en la Capilla Sixtina. Fue una foto de familia precisamente bajo los frescos de Miguel Ángel que representan el Juicio Final.