En cuatro ocasiones, en discursos importantes (ante las Cortes Generales, en la Fundación Príncipe de Girona, en la Fundación Príncipe de Viana, y en Nueva York ante la Asamblea General de la ONU), el Rey Felipe VI ha hablado con claridad de proteger las lenguas y culturas de España y de la unidad en la diversidad. "Aquí cabemos todos", fue la expresión bien gráfica de todos sus llamamientos.
Lo sucedido no se puede minimizar ni simplificar. Pese a todas las voces que han alertado, hemos llegado al primer choque institucional en la democracia entre el Gobierno y una comunidad autónoma, Cataluña. En esta crisis, que no afectó al IBEX 35 pero que tiene todos los genes de un impacto económico de calado, además del político, diez cuestiones a clarificar.
1.- No estamos en el Seis de Octubre. El 6 de octubre de 1934 se produjo en Barcelona la proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española por parte del presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys. Si alguien pensara volver los focos sobre el Seis de Octubre cometería el peor error de todos.
2.- Un logro ejemplar. No puede ocurrir por tanto -ni se va a producir- la activación total o parcial del artítulo 155 de la Constitución que prevé la suspensión de una autonomía previo acuerdo del Senado por mayoría absoluta. Simplemente sería el peor golpe a la energía civil del catalanismo. Felipe VI es escrupuloso en el conocimiento de la Historia y en valorar, como destacó en Nueva York, el logro inédito y ejemplar del edificio político de la Transición. Su mensaje es una llamada de seria atención a preservar el tesoro de la democracia: la convivencia y el respeto.
3.- Evitar la tinta gruesa y el dramatismo. No es una situación fácil de gestionar para el Rey (que reina pero no gobierna), el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat. Pero hay que evitar el tono dramático, los excesos, la sobreactuación. España es una democracia consolidada en una Unión Europea cuyos pilares son el respeto a la ley y a la democracia.
4. No puede haber un callejón sin salida. Todos los factores y los actores están en sus casillas. Nadie puede ignorar la realidad política y social de Cataluña. Es obvio que debe respetarse la Constitución. No se trata de una posibilidad más. Representa la única opción. Es el fundamento de la seguridad jurídica que es clave para el desarrollo económico. Por lo tanto los líderes políticos no puede colocar a la sociedad ante situaciones sin ninguna opción. Evitar el abismo es su primera responsabilidad.
5.- Artur Mas no es el rey ahogado del ajedrez. Sin duda ha elevado la tensión política a cotas máximas. Pero a la vez ha insistido en que no violará la ley. Si lo hiciera abriría una grave división interna y arrebatará a la Generalitat su fortaleza y carisma. Cerró puertas. Puede -como apuntó Hechos de Hoy– acortar la legislatura o culminarla en 2016. Tiene margen para la sobriedad, la serenidad y la inteligente gestión.
6.- Mariano Rajoy sabe rectificar. Antes de su viaje a China el presidente del Gobierno archivó un proyecto legislativo delicado como el de la modificación de la ley del aborto. Sacrificó además al ministro de Justicia, de indudable talento, en crisis no sencilla y dolorosa. Recelando del referéndum en Escocia, se felicitó por el resultado en una declaración institucional. La lección es la del pacto y la corriente en Europa a favor de la federalización.
7.- Escuchar es una obligación. Es la gran cualidad de Felipe VI, escuchar con atención y preguntar por todos los detalles. Escuchar para comprender y conocer. Para el Gobierno de Mariano Rajoy, el Gobierno de España, no es por tanto una opción el diálogo sino una obligación. Si se escucha se ensancha la política.
8.- El principio de votar. Nadie puede negar el derecho a votar para decidir su futuro. Cataluña lo hizo en tres ocasiones en la democracia: De forma abrumadora a favor de la Constitución, en 1978; en apoyo del Estatuto de 1979; a favor de su reforma en 2006. El escenario esta vez es diferente porque Artur Mas no convoca a determinar el vínculo de los catalanes consigo mismos y con el conjunto de los españoles, sino que invita a romperlo.
9.- El berrinche y la cuestión de fondo. La convocatoria y firma de Artur Mas se produjo tras la comparecencia parlamentaria de Jordi Pujol, padrino del actual presidente de la Generalitat, en un espectáculo insólito de broncazo y de gran berrinche. El acto menos decoroso que ha vivido el Parlamento de Cataluña. La cuestión de fondo sin duda en estos momentos es la de muchos catalanes que rechazan el statu quo y quieren romper con el resto de los españoles. Pero son muchos más los que no quieren destrozar esos vínculos y reclaman un autogobierno más satisfactorio. Las encuestas, de forma tozuda, lo han ratificado.
10.- Evitar la guerra de desgaste. No aportar ninguna solución abrirá el peligro de que el extremismo contamine la convivencia. Esperar a ver que pasa el 9 de noviembre no es una opción. La reforma federal de la Constitución, propuesta por Pedro Sánchez, el líder del PSOE, abre un camino inicial. Necesita el apoyo del PP. Otras iniciativas apuntan a releer la Constitución o reconocer la singularidad de Cataluña en una disposición adicional de la Constitución. El Gobierno de Mariano Rajoy todavía no ha dado respuesta además a los 23 puntos planteados por Artur Mas en su última entrevista en La Moncloa.
La democracia debe buscar y encontrar soluciones que eviten partir por la mitad a los catalanes. También que les enfrenten con los demás españoles. La hoja de ruta de la salida de esta crisis apunta a cuatro vías; primero voluntad de diálogo, después abrir una negociación, en tercer lugar la búsqueda de un pacto, y la cuarta, la votación. Felipe VI, tras los 100 primeros días de su reinado, vive la hora en la que sólo se puede escribir la historia bajo el pacto. Es responsabilidad de Mariano Rajoy y Artur Mas evitar su soledad política.