¿Cómo se llegó a este punto? Es la gran cuestión de un fiasco general malo para Cataluña y peor para España. En medio de una severa crisis, con paro en sus cotas más altas y el sentimiento de pesimismo no arrancado de la sociedad, Artur Mas convocó la consulta y llamó a los catalanes a "decidir su futuro" el 9 de noviembre (9-N).
Mariano Rajoy no quiso juntar esta vez cuestiones domésticas en su importante viaje a China. Preservó el carácter económico hasta el final y sólo rompió su silencio -como destacó Hechos de Hoy– con la reflexión del "lío" en que se mete Artur Mas. Pero es un pulso político que trasciende las cuestiones legales y formales porque llegó el primer aviso del líder de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) de que se tomarán las calles si se ilegaliza el referéndum.
En una rápida mirada hacia atrás, la cadena de acontecimientos avanzó como bola de nieve imparable desde el Estatuto de Cataluña bajo José Luis Rodríguez Zapatero al fracaso del nuevo pacto fiscal con Mariano Rajoy. Artur Mas quiso convertir este sábado 27 de noviembre en un acto épico. A las 10.15 de la mañana se publicó, de forma extraordinaria, la Ley de Consultas aprobada el 19 de septiembre en el Diario Oficial (lleva, simbólicamente, el número 129/2014). Nunca se publicó un decreto en fin de semana. Insistió además Artur Mas en que él es el presidente número 129 de la Generalitat de Cataluña.
A partir de ahora, el alambre está abierto para todos. Artur Mas mantiene la tesis de que cumple lo que prometió en las elecciones de 2012. También aseguró que respetará la legalidad de forma escrupulosa. ¿A cuál se refiere? Si la consulta es ilegal, ¿el 9-N vivirá una nueva marea independentista pacífica o abrirá otros escenarios? Artur Mas entra en un terreno muy quebradizo. Si acaba convocando elecciones, todas las encuestas auguran que quedará engullido por Oriol Junqueras. ¿Qué futuro se abre para él; tendrá una reacción como la de Alex Salmond?
Por el momento se vivió la expectación de lo no conocido, el sentimiento de las horas previas a la votación en Escocia. En el despacho de Artur Mas, el conocido como salón Verge de Montserrat, se firmó el decreto. Luego llegaron los momentos de selfies. El presidente de la Generalitat habló en catalán, castellano e inglés. "Se abre un camino que representará un antes y un después en la larga historia de Cataluña. Confío que será para bien y os pido a todos que ayudéis", proclamó en su llamamiento a acudir a las urnas.
Después, fue inevitable la referencia al Reino Unido y Escocia: "Nadie podrá negar que hemos estado abiertos al diálogo, hasta el último momento estaremos abiertos a negociar la consulta. Qué contraste con los Estados democráticos que hablan y dejan hablar, que pactan para poder votar y que usan la ley no para silenciar a las personas, sino para escucharlas".
En castellano, se dirigió a lo que calificó como "resto de pueblos de España". "Nuestros lazos de hermandad son intensos y profundos, y lo continuarán siendo al amparo de Europa. A nadie puede asustarle que alguien exprese su opinión con un voto en una urna", dijo el presidente de la Generalitat. Luego saludó en la plaza de Sant Jaume, a pie de calle, para evitar las fotos aéreas porque no estaba llena. Oriol Junqueras, en segundo plano, estuvo incómodo.
El 23 de octubre de 1977 Josep Tarredellas viajó a Barcelona. Desde el balcón de la Generalitat pronunció su mítica frase: "Ciutadans de Catalunya: ja soc aquí!". En aquel momento, quedó para la Historia la emoción y alegría que transmitió el gigante Josep Tarradellas, quien dicho sea de paso, siempre tuvo una relación fría con Jordi Pujol. La imagen de este 27 de septiembre de 2014 es el la del pulso, la de los cálculos interesados y en cierta manera la del lío. Wait and see, el verdadero sentimiento que ahora se abre en una crisis que admite todas las etiquetas.