¿Por qué negarse a dos nacionalidades y no sólo una? ¿Cómo se pueden cometer tantos errores y producirse tal falta de perspicacia? Pese a las grandes diferencias, que son de raíz -en el Reino Unido, el referéndum en Escocia se celebró de forma legal, y en el de España, la consulta en Cataluña del derecho a decidir, no lo es-, hay un gran paralelismo en el día después de reflexión, este viernes 19, en Londres y Madrid.
Artur Mas comparece desde la Generalitat para hacer un balance del referéndum de Escocia. Sus palabras coinciden con la reunión del Consejo de Ministros y se producen unas horas antes de aprobarse la ley de consultas. Momento de prisas para Mariano Rajoy porque tiene en su agenda para el viernes 26 su viaje a China que no quiere aplazar.
De semanas de extrema tensión en Oriente Medio, y de pánico ante el Ébola, a susto enorme de la Unión Europea (y la OTAN porque es una crisis geoestratégica) ante una crisis que deja a David Cameron (47 años) como ganador y perdedor. Situó al Reino Unido y su bandera, la Unión Jack, al filo del abismo. Para el Partido Conservador supone una factura colosal que lleva el germen de la voladura y la destrucción desde sus propias filas.
En 2012 Alex Salmond, tras arrasar en los comicios regionales, planteó un referéndum con una única pregunta -¿Debe ser Escocia una nación independiente?-. David Cameron descartó entonces la tercera vía de cesión amplia de competencias para convertir a Escocia en una región autónoma sin salir del Reino Unido. Ahora, bajo el pánico, es lo que propuso.
David Cameron -como apuntó Hechos de Hoy– acertó con su decisión de poner fin a los pulsos para evitar que el nacionalismo escocés acabara empantanando por décadas el juego político. En lo positivo quiso que fuera un proceso legal en la que es la democracia parlamentaria más antigua del mundo. Erró en cambio en no implicarse a fondo en la campaña y los debates. En no luchar contra la marca de pijo de los conservadores y saber que el eje del debate está en quienes no aceptan la prepotencia y la ineptitud. En el caso de España, se equivocan los líderes del independentismo catalán que se apuntan a la idea de saltarse la legalidad.
Siendo Cataluña y Escocia cuestiones diametralmente diferentes, tienen sin embargo la misma lección para David Cameron, Artur Mas y Mariano Rajoy, cada uno en sus propias experiencias. No son tiempos de posiciones enrocadas ni de desprecios. La crisis golpeó en todas las direcciones y dañó los liderazgos que no buscan la humildad y el servicio como pilares.
Las reformas políticas y económicas exigen audacia y visión. En el Reino Unido, se abre un balance de daños y restaurar credibilidades. En España, el debate está abierto. Y es asunto además en el que Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, insiste una y otra vez. La reforma de la Constitución, que es la renovación del pacto del Estado de las Autonomías, exige reflexión, consenso y ánimo sereno. Retrasarlo o negarlo es peligroso y puede llegar a explosivo.
Escocia y Cataluña, tan lejos de forma rotunda, pero apasionadamente cerca en el debate del día después.
Scottish Independence