Escucho estupefacto que, en La Vuelta Ciclista a España, unos presuntos independentistas tiraron una especie de plásticos con clavos, simulando chinchetas, para entorpecer la etapa de la carrera ciclista más importante de nuestro país.

Indignado me voy al diccionario de la RAE a ver el significado exacto de la palabra “terrorismo” y es esto: “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Pues a mí me parece aterrador que se dediquen a echar estas “chinchetas” o aceite en las carreteras para que los ciclistas resbalen.

No se pierdan que, a cierta velocidad, una caída en bicicleta puede ser mortal. Y ellos las tiraron en terrenos pendientes hacia abajo, donde menos capacidad de frenado tienen los corredores.

Es verdad que, con la que está cayendo en los dos partidos principales que se disputan el gobierno de España, meterse a encarcelar a esta gente puede ser contraproducente para los intereses negociadores. Sabiendo que la posesión del gobierno depende de los pactos con los poderes independentistas catalanes, sería echar más leña al fuego.

Ni PSOE ni PP quieren enfadar a Puigdemont. Por lo menos, por ahora. Quince fueron los corredores que cayeron en el descenso del collado de Estenalles, entre ellos el británico Thomas y el ganador de La Vuelta 2022, Remco Evenepoel.

Pero a mí nadie me quita la cabeza a esos corredores. Años de voluntad y empeño para llegar a las metas. Muchos esfuerzos personales de ellos, de sus familias, de los equipos con los que trabajan. Todo, que se venga al traste por una lucha política que no va con ellos. Me parece que, si es una acción continuada, encaja en la definición de terrorismo.

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