Manuel García Viejo dirigía en Lunsar (un centro comercial tradicional en el centro oeste de Sierra Leona) un hospital de la orden de San Juan de Dios, a la que pertenece desde hace 52 años.
Se contagió trabajando en la atención y la ayuda a los enfermos. Tenía un billete de avión para regresar a España de vacaciones en octubre. Pero pidió ser repatriado al descubrirse en un análisis que estaba infectado por el Ébola. El Gobierno de Mariano Rajoy, como en el caso del sacerdote Miguel Pajares, a quien no se pudo salvar, reaccionó con rapidez para su repatriación a España desde Sierra Leona e ingreso en el Hospital Carlos III de Madrid. Su estado es grave. Tiene una importante deshidratación y el hígado y los riñones muy afectados.
Primero Miguel Pajares y ahora Manuel García Viejo se han convertido en héroes de su compromiso con África y símbolos de la necesidad de la reacción frente al Ébola, una lucha que exige entrega y solidaridad en una misión urgente en la que España debe estar en la primera línea.
El virus del Ébola llegó al África Occidental y se expandió de forma brutal, en situación fuera de control. La epidemia ha desbordado todas las medidas de respuesta de las ONG y la OMS que actúan en el área. En el nuevo balance hay un total de 4.800 infectados, de los que fallecieron 2.630. En Nigeria y Senegal el brote está bajo control. la situación es muy diferente en Liberia, Guinea y Sierra Leona.
Lo peor además, como destacó en informaciones Hechos de Hoy, es la epidemia de miedo en torno a este virus. La ignorancia y el miedo se han convertido en dramáticos aliados del Ébola. España debe permanecer seriamente comprometida en estas horas de dificultad en el África Occidental, y participar de forma muy decidida, como país rico, en el apoyo logístico en la mayor crisis vivida en esta zona.