Emprender el camino del conocimiento de uno mismo es algo que se va a mantener presente a lo largo de toda nuestra vida. Si creemos que ya sabemos mucho, lo más seguro es que permanezcamos menos receptivos a percepciones más profundas y con ello arrastremos muy pocas posibilidades de seguir aprendiendo.
Las presunciones e ideas limitadas pueden invadir nuestros marcos de referencia, e impedir nuevas comprensiones y capacidades. Sin embargo, en ocasiones, sólo es necesario prestar un poco de atención y permitir una apertura que si bien, tarde o temprano nos sorprenderá con nuevos conocimientos y revelaciones.
Cada vez que nos miramos al espejo, o miramos con atención y detenimiento nuestro cuerpo, nos encontramos ante grandes cantidades de información. Esto lo podemos ver reflejado en la denominada diagnosis “oriental”, dónde las evaluaciones de la salud de una persona, distan en gran medida con nuestras conocidas formas de diagnóstico "occidental".
La unidad toma protagonismo
En Oriente, el cuerpo humano es considerado una unidad equilibrada, compuesta de partes interdependientes. La persona es considerada una entidad viva, con mente, cuerpo y espíritu. Tres dominios que forman una sola unidad dónde la separación es algo que no suele contemplarse.
Cada órgano de nuestro cuerpo está en relación con todos los demás. Cada funcionamiento individual depende del funcionamiento correcto de todos los demás órganos. Desde el punto de vista oriental, el cuerpo es un circuito continuo por el que circula la energía. Un bloqueo en una parte determinada del cuerpo, impedirá un adecuado funcionamiento en el resto de órganos.
En la tradición occidental, sin embargo, al hablar de “problemas en el hígado”, por poner un ejemplo, lo usual es que sólo se haga referencia a los problemas físicos de ese órgano como tal. El cuerpo sería considerado como una especie de máquina compuesta de diferentes partes móviles. De ahí que la profesión médica esté dividida en tantas especialidades.
La diagnosis oriental tiene en cuenta no sólo ese órgano, sino todo el meridiano de energía relacionado con el mismo. Los problemas del órgano o meridiano pueden ser físicos o psicológicos.
Formas de diagnosis
La salud del cuerpo está estrechamente ligada a la salud mental y a la psicología personal. Cada emoción es claramente identificable y vinculada a un órgano determinado o grupo de ellos. De hecho, se conoce que el hígado está relacionado con la rabia. En este caso es conocido que los problemas o lesiones en el hígado pueden provocar en la persona estados emocionales protagonizados por la rabia.
Wataru Ohashi, especialista y fundador del Ohashi Institute, experto en determinar el estado de salud física y mental de las personas, describe en su Manual de Diagnosis Oriental, cuatro maneras de evaluar la salud y el carácter.
Bo Shin. Ver u observar a la persona.
Setsu Shin. Tocar al paciente. Palpar su vida.
Mon Shin. Hacer preguntas a la persona para obtener información acerca de su estado de salud.
Bun Shin. Diagnosticar mediante el oído y el olfato (escuchar y oler)
Bo Shin. Ver u observar a la persona
Bo Shin o "ser mostrado", se trata de observar al paciente, observar sus rasgos físicos. En general, las personas no suelen ser conscientes de su cuerpo la mayor parte de su vida. Nuestras maneras de caminar, sentarnos, o estar de pie revelan mucha información acerca de uno mismo. Ohashi cuando se encuentra por primera vez ante un paciente afirma lo siguiente:
"Cuando la persona se abre y se relaja, tomo conciencia de lo que siento por ella. Mis sentimientos surgen desde mi interior en cuanto que comienzo a percibirla como un todo. Sólo veo los contornos más visibles de su cuerpo. Observo en qué lugares hace bulto y donde está excesivamente contraído. Miro el cuerpo completo. Me hago una idea del lugar donde está el problema".
Wataru Ohashi, especialista y fundador del Ohashi Institute.
Setsu Shin. Tocar al paciente. Palpar su vida.
Setsu Shin significa tocar el interior de la persona. Se trata de percibir sus resistencias. Palpar su cuerpo físico y también todos sus matices internos, estar abierto y sensible al paciente.
Mon Shin. Hacer preguntas a la persona para obtener información acerca de su estado de salud.
Este tipo de diagnóstico es lógico y evidente. Pero tal y como bien puede hacer un profesional de la psicología o la salud, no sólo hay que escuchar lo que el paciente dice, sino lo que no dice. Buscar aquellos aspectos que la persona evita, observas sus gestos faciales y movimientos físicos. Su lenguaje corporal ofrecerá muchas respuestas mientras nos habla de sí mismo.
Bun Shin. Diagnosticar mediante el oído y el olfato
Este cuarto paso se define como "escuchar". Aquí también se trata de escuchar con todo el cuerpo. Se trata de percibir la vibración de la voz del paciente, observar sus características de profundidad. ¿De dónde proviene su voz? ¿Es una voz nasal? ¿Proviene de la garganta, el estómago? ¿Hay rabia en ella, rigidez, sencillez, dominancia, miedo…? Si hay miedo en la voz es posible detectar un problema o desequilibrio en los riñones.
La voz revela mucha información acerca de la salud mental, emocional y física en determinados momentos. Cuando las palabras encubren sentimientos profundos, la voz acaba delatándolos.
Por otra parte, el diagnóstico por Bun Shin incluye también una importante atención al olor de la otra persona. Cuando un individuo se alimenta de demasiada comida de origen animal, su olor será más fuerte. Esto se explica por la descomposición de las proteínas en sustancias que emiten olores más potentes y desagradables.
Lo aquí descrito conforma una simple y minuscula pincelada respecto a la amplia realidad de la diagnosis oriental. Aun así, es útil para adentrarnos de alguna manera en las diferencias entre diagnosis oriental, y diagnosis occidental. Diferencias basadas en lo concreto, objetivo, técnico-científico en el mundo occidental, y abstracto, subjetivo, y holista en el plano oriental.
Estas diferencias no implican que un método no sea válido frente al otro. Si bien, en ambos se encuentran riquezas indiscutibles, por lo que el rechazo de uno frente al otro simplemente restaría posibilidades en las mejoras a la hora de atender a personas y abordar sus problemas de salud física y mental.
¿Ocurre lo mismo en la atención psicológica?
Un psicólogo, terapeuta o profesional de la salud, para ofrecer lo mejor a quien demanda una ayuda, deberá tener en cuenta aspectos que van más allá del problema que verbaliza la persona. El paciente no es un síntoma con patas, ni algún trastorno especificado en el Manual diagnóstico DSM a la espera de pautas de conducta o soluciones mágicas iguales para todos y que eliminen el dolor. Si el profesional no tiene en cuenta la totalidad y las individualidades de cada persona, su ayuda probablemente resultará muy superficial y distante.
Al igual que en la medicina occidental, la psicología ha invadido el terreno del cientifismo, algo muy positivo en muchos aspectos, pero que si bien, en la relación terapéutica, puede situar al paciente como un objeto más alejado del rol humano al que debe dar cuentas esta disciplina.
El enfoque holista en la psicología, puede encontrar semejanzas con la diagnosis oriental, puesto que esta concepción, insiste más en la integración cuerpo-mente y valora una visión integral del ser humano. Además, en ningún momento deja de lado los adelantos propios de la neurociencia, la genética, la psicología de la salud y un largo etc. además de valorar aspectos relacionados con la espiritualidad, las creencias y las emociones.
Existen muchas perspectivas de trabajo terapéutico con el cuerpo, relacionados con aspectos energéticos o procesos corporales poco o nada introducidos en el ámbito académico universitario. Integrar los conocimientos y tener en cuenta los diversos enfoques es algo que sin duda puede servir para seguir avanzando y mejorando la atención a una persona, así como a enseñar al paciente la importancia de la propia autoconciencia, pues todas las respuestas, ya existen dentro de nosotros.