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PARAULES D´AMOR

Cataluña: Comunicación y diálogo, tres palabras

En relación al problema catalán se ha usado la imagen del choque de trenes. Pero también sería adecuada una metáfora más naval que se cuenta en cursos de management para invitar a la circunspección.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez
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Ella em va estimar tant
Jo me l’estimo encara.
Plegats vam travessar
Una porta tancada.

(Paraules d’amor, Joan Manuel Serrat)

 

En relación al llamado problema catalán, se ha usado la imagen del choque de trenes. Según esta metáfora la persistencia en una misma dirección pero con sentidos opuestos de los procesos del Gobierno de España y de la Generalitat llevaría a una colisión inevitable con resultados idénticos en esencia, aunque no en grado, a los que sufrirían los pasajeros y tripulación en el choque de esos dos convoyes.

Aunque las metáforas las carga el diablo, a mi me parece más acertada que la ferroviaria otra de aroma naval. La metáfora en cuestión es más una parábola que se cuenta en cursos de management para invitar a los directivos a la circunspección y al realismo.

Hay muchas versiones de la anécdota, con distintos protagonistas según la nacionalidad del que la cuenta y con extensiones que enriquecen la conversación para procurar hacerla más graciosa.

He tomado la versión que según mis investigaciones parece la original. “Lo creas o no esta es la transcripción de una conversación real de radio entre un buque de la Marina estadounidense y las autoridades canadienses frente a la costa de Terranova en octubre de 1995. La conversación de Radio fue iniciada por el Jefe de Operaciones Navales el 10 de octubre de 1995 .

Un navío de los Estados Unidos de América ve en la oscura lejanía por proa una luz; emite un mensaje por radio y se produce el siguiente intercambio:

Jefe de Operaciones: Por favor, desvíe su curso 0,5 grados hacia el sur para evitar una colisión.

Respuesta: Recomiendo que sea usted quien desvíe su curso 15 grados al sur para evitar una colisión.

Jefe de Operaciones: Aquí el comandante de un barco de la marina de guerra de los EEUU. Le digo otra vez, que desvíe su curso.

Respuesta: No. Se lo digo yo una vez más: ¡desvíe su curso!

Jefe de Operaciones: Este es el USS Coral, portaaviones del ejercito de los Estados Unidos; somos un gran navío de guerra de la Marina de los Estados Unidos. ¡¡Desvíe su curso ahora!!

Respuesta: Esto, Señor, es un faro”.

La popularidad rápidamente alcanzada por la anécdota, que se contó también con otros buques de la Navy como protagonistas de la misma, obligó a la America’s Navy a desmentir la broma porque no se correspondía con ningún hecho real: El USS Coral fue desmantelado y desguazado el 2 de julio de 1992.

Pero a lo que vamos, usted lector sabrá decirme en el problema catalán (en el problema español) quién es el Jefe de Operaciones de la flota y quién el farero.

A nosotros la broma nos ofrece la oportunidad de decir tres cosas a quienes, como en la fiesta pacifista ibicenca – esa de todos de blanco –, repiten el mantra-eslogan dialogo, diálogo, diálogo.

Primero: para dialogar, ya sean cuestiones políticas, sentimentales o académicas es preciso esforzarse en diferenciar diálogo de dialéctica: en el primero se busca la verdad o el bien común; ahí hay sinceridad y honradez. En la segunda se pretende emplear la palabra sólo como herramienta para imponer la propia postura o lo que más se parezca a ella.

Segundo: el marco de una conversación tiene que estar definido previamente: se necesita compartir la realidad sobre la que se va a hablar para intentar no salirse de ella. De no hacerlo, el flujo verbal entrará en lo que con toda justicia suele llamarse “conversación de besugos”, donde los interlocutores abren sus bocas pero no confluyen en ideas.

Tercero: procurar aunar los espíritus que, dado el grado de crispación va a ser difícil. Pero Nietzsche lo aconsejaba: “toda relación interhumana tiende a que cada uno pueda leer en el alma del otro; la lengua común es la expresión sonora del alma común. Cuanto más íntima y sensible sea esta relación, mayor será la de la lengua para entablar una relación”.

En las antípodas de la unión está el odio. El odio necesita poco de las palabras. Tiene un vocabulario reducido y destructivo. Justo lo contrario que el amor de dos jóvenes de quince años que, como cantaba Joan Manuel Serrat “En teníem prou amb tres frases fetes”. Sólo tres frases pero que inyectan en la vida del otro emoción y ganas de no separarse nunca. No necesitan más porque habla la mirada.

Y a estas alturas la lengua y espíritu comunes parecen alejados de muchos en España.

Nada es imposible para los hombres que buscan con el lenguaje el bien de los demás. Pero antes de eso se necesita poner en orden las cosas exteriores y en paz las interiores. No es un salto al vacío, ni el delirio de un viaje al infinito: es una necesidad de los pueblos para vivir como humanos.

Idea fuente: Algunas condiciones básicas de un diálogo eficaz.

Música que escucho: “Paraules d’amor”, Joan Manuel Serrat (1968)

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