No se volvió a saber de Asad desde que las milicias de la coalición liderada por el Comando de Operaciones Militares (COM) que dirige Abu Mohamed al Jolani, anunciaron que Damasco había sido liberada. El sábado, mientras las milicias rodeaban Damasco, la CNN informó que Asad no se encontraba en ninguna parte de la ciudad.

Una fuente cercana al COM dijo a la CNN que el presidente derrocado había abandonado Damasco bajo protección rusa. Habría viajado a Latakia, en el noroeste de Siria, donde Rusia tiene una base aérea.

Los datos de seguimiento de vuelos mostraron a la vez que un avión despegó del aeropuerto de Damasco poco antes de las 2 de la madrugada del domingo, hora local, en dirección a la costa, antes de dar un giro repentino sobre la ciudad de Homs y desaparecer del mapa. La CNN no puede confirmar si Asad estaba en ese vuelo.

Según apuntaron analistas de inteligencia a Hechos de Hoy, Asad jugó con fuego. Apuró hasta el último momento su fuga de Damasco. Se arriesgó a que su avión, en sus intento de volar primero al sur y luego al norte, pudiera haber sido derribado.

A última hora de este domingo, el Kremlin confirmó el asilo político a Asad en Moscú. Atención a que Vladimir Putin ha concedido asilo a un líder cuyo ejército es responsable de 200.000 muertes. Su esposa Asma y sus tres hijos abandonaron Siria rumbo a Rusia la semana pasada. The Wall Street Journal lo confirmó citando a funcionarios sirios y árabes.

Atención al primer desafío para António Costa, Ursula von der Leyen y Kaja Kallas.

Preguntas urgentes para la Unión Europea. ¿Quiénes son realmente los nuevos gobernantes? ¿Con qué radicalidad gobernarán Siria los islamistas y yihadistas en el futuro? ¿Qué pasará con las minorías, los cristianos y los kurdos?

La Unión Europea no debería volver a cometer el error y dejar Siria en manos de déspotas y organizaciones terroristas extranjeras. Europa y Estados Unidos deberían ejercer influencia sobre los nuevos gobernantes para que no estalle una nueva guerra civil.

No puede ni debe volver a repetirse una segunda diáspora. Es responsabilidad de la Unión Europea, y de una iniciativa común de Occidente, trabajar para la pacificación y estabilidad de una nueva Siria que probablemente puede renacer fraccionada. Si Trump cree que no es misión para Occidente, Europa debe asumir con responsabilidad, solidaridad y decisión esta tarea. Es vital para Oriente Medio, la paz, y el futuro de Israel, y el camino para construir unas estructuras políticas para Palestina.