Habrá otras víctimas políticas pero Alex Salmond fue la primera. Tras haber estado todo en un puño, y las encuestas apuntando al triunfo de la ruptura y la secesión de Escocia del Reino Unido, fue una sorpresa la fuerza del triunfo del no. Paralelamente a la dimisión de Alex Salmond, David Cameron se comprometió a incrementar los poderes de Escocia, pero también de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.

Escocia dijo no a la independencia por un margen de diez puntos. Un 55,3% de los escoceses rechazó la secesión en el referéndum frente a un 44,7% que optó por el sí. Fue una participación récord en el Reino Unido. Un 84,6% de los electores acudió a votar en Escocia, una cifra sin precedentes en las islas.

Alex Salmond, ministro principal y líder del Partido Nacional de Escocia (SNP), hizo una única lectura. Anunció su dimisión aunque seguirá al frente del partido hasta el mes de noviembre, el momento de la conferencia anual en Perth. Comunicó que su decisión es firme por lo que no aceptará volver a ser nominado como líder. Seguirá ocupando su escaño en el Parlamento de Escocia por Aberdeenshire East.

"Servir a Escocia como ministro principal ha sido el privilegio de mi vida. Pero como dije a menudo durante la campaña, este proceso no es sobre mí, es mucho más importante que eso", afirmó Salmond. "Como líder, mi tiempo está casi acabado, pero para Escocia la campaña continúa y el sueño nunca debería de morir", señaló en su mensaje de adiós político. Le sucederá probablemente la viceministra principal Nicola Sturgeon, piedra angular de la campaña del referéndum y de la expansión del SNP.

Alex Salmond -que cumplirá 60 años en diciembre- volvió a un primer plano en 2005. Desde el 2007 ha sido ministro principal de Escocia. En 2011 fue el artífice de la mayoría absoluta que abrió el camino al referéndum. En la nueva etapa que se abre no será el interlocutor político.

Los analistas, como destacó Hechos de Hoy, apuntaron sin embargo que este anuncio de dimisión no fortalece a David Cameron. El primer ministro estuvo en un cara o cruz. El triunfo de la secesión le hubiera tumbado en una crisis para el Reino Unido y la Unión Europea. Pero el rechazo a la independencia no supuso tampoco un triunfo total para David Cameron por las heridas abiertas y la controversia entre los tories -los conservadores-. El sismo político en Edimburgo y Londres no acabó.