Me tiene todavía perplejo. No porque no sea verdad; más bien porque sea verdad. La noticia se repite año tras año. Eso es parte de lo malo: “El 33% de las separaciones matrimoniales se deciden en verano”, rezaba el titular de Antena 3 Noticias del 22 de julio.
Citaba como fuente el Consejo Superior del Poder Judicial. Inundaba de cifras. Y me lo creo. Año tras año la noticia se repite. O sea que no es muy noticiosa. No les aburro con más titulares, pero hay montones en webs, prensa digital y blogs que informan cada verano de esta desgracia crónica.
Existen docenas de gabinetes psicológicos, también con sus web, avisando de que llega este problema recurrente estío tras estío.
Me he acordado de que al hombre del Tiempo en TVE le han encasquetado un anuncio del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social que da consejos para evitar morir de calor. Me pareció que al pobre le daba hasta vergüenza predicar con insistencia advertencias que son de Perogrullo: “Beba agua…”; “No abuse de las bebidas con cafeína, alcohol…”; “Permanezca el mayor tiempo posible en lugares frescos”; “Procure reducir la actividad física y evitar realizar deportes al aire libre en las horas más calurosas”. No sigo: el decálogo de lo obvio se encuentra completo en la web del MSCyBS.
Seguro que es conveniente difundir las recomendaciones. No es cosa que mueran doscientos tontos de un golpe de calor y los familiares pidan la dimisión de la ministra. Y si no acuérdense de los que pedían la cabeza del ministro del Interior porque pese a los avisos persistentes de nevadas copiosas se quedaron atrapados por la nieve el pasado invierno. Siempre tiene que haber un culpable. Y a ser posible que no sea uno mismo.
Pero si invocamos la libertad -¡que es maravillosa! – no estaría de más aceptar lo que nos ocurre cuando la activamos. Sí, somos libres con lo que hacemos, pero no somos libres de elegir lo que pasa con lo que hacemos. Así, si es verdad que un hombre de 50 años, 90 kilos de peso y tensión alta es libre de correr la maratón en Montoro a las cuatro de la tarde y sin beber, no es menos verdad que tiene riesgo de morir de un golpe de calor.
La Dirección General del Bienser Personal
Esa es la realidad. Tenemos un ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, pero no tenemos un ministerio del Bien Humano. Ni siquiera una Dirección General del Bienser Personal. Mucho menos una Subsecretaría del Amor. Y, así nos va, con el amor marchitando bajo el sol de agosto sin que nadie nos ayude durante el año. Y, sin embargo, el amor es superior al calor.
El amor se agosta por no seguir máximas de sentido común como las que recita el hombre del Tiempo.
- Amar es sorprender con un bien inesperado. Ahora, no dentro de unos días. Una nota manuscrita dejada la noche anterior junto a la taza del desayuno con un “te quiero”.
- Amar es sorprender con un servicio inesperado. Bastaría recoger la cena si no se hace habitualmente.
- Amar es sorprender con una lectura inesperada, por ejemplo, del libro que ella lee con más gusto. De un libro salen comentarios compartidos. Y comprender es compartir.
- Amar es dejarla terminar la frase aunque te sepas el final.
- Amar es volver a ser novios. Renovar con miradas, palabras y silencios de este verano los sentimientos de aquellos primeros inviernos en su portal.
- Amar es sorprender con una frase de aquel idioma que nos inventamos con mitades de palabras amorosas de dos idiomas.
- Amar es hacer del invierno un verano de momentos cálidos, sobre todo si estás cansada.
- Amar es callar el agravio que está más en tu cabeza que en su intención.
- Amar es llevarse un álbum de fotos y reírse juntos de la pinta que teníamos con pelo largo, pantalones de pata ancha y sentimientos de amplias orillas como un lago.
- Amar es diseñar juntos una salida de compras y, una vez puestos, no quejarse por las horas que llevamos de pie viendo un perchero tras otro, mientras te preguntas como se llama el arquitecto de Zara que hace tan grandes sus tiendas.
Y, ¿qué más? Pues cada uno – mejor cada dos – tenemos nuestra historia, nuestros recuerdos y nuestros proyectos; por eso no hay recetas únicas.
A lo mejor le encendías el cigarrillo, o el ataste una vez los zapatos. Quizás pescaste cangrejos en una playa del Norte sólo por estar con ella. Amar es la música que ella nunca olvidará porque tejió heridas sin cicatriz en ambos corazones.
Para el amor no hay un hombre del Tiempo que recuerde; es el propio tiempo el que recuerda a la mujer y al hombre que el amor del verano se calienta en invierno poniendo detalles inesperados que reverdecen en admiración mutua.
Amar es posible siempre, incluso cuando se piensa que no se tienen fuerzas, porque para amar basta amar, basta darse en lo que une por pequeño, por inútil que nos parezca bajo este sol ardiente. De un sol ardiente brotará un sol naciente.
Idea fuente: Volver a empezar
Música que escucho: Canon de Pachelbel, Orquesta Filarmónica de Berlin, dirigida por Herbert von Karajan (1860 para la partitura del Pachelbel; 1984 para la grabación elegida)