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Roman Abramovich con indicios de haber sido envenenado. (Foto: Sky News)

Roman Abramovich con indicios de haber sido envenenado. (Foto: Sky News)

TRAMA SINIESTRA

Putin pudo haber dado la orden para asesinar a Roman Abramovich

Alarma en torno a la salud de Roman Abramovich. De estar al frente del Chelsea se había convertido en figura clave para lograr un plan de paz así como un frente de élites de oposición a Vladimir Putin.

¿De amigo a enemigo de Putin?

¿Existen contactos para poner punto final a la invasión de Ucrania, firmar la paz y activar la sucesión en el Kremlin?

Rusia no se merece a un brutal carnicero tras las murallas del Kremlin, ¿la afirmación de Joe Biden dirigida a las élites rusas y al pueblo en general se realizó sabiendo que hay indicios de una conspiración?

Roman Abramovich estaba surgiendo no sólo como mediador de paz sino figura emergente con fuerza y conexiones para unir a élites opositoras políticas y económicas en Rusia.

Había logrado el apoyo de Turquía e Israel con el objetivo inmediato de un alto el fuego en Ucrania. Su figura se estaba agrandando para tejer un frente opositor o una nueva troika de civiles y militares para preparar la sucesión de Putin

El magnate ruso Roman Abramovich, que ha participado en reuniones de las negociaciones entre Ucrania y Rusia, ha sufrido síntomas de un posible envenenamiento, los mismos que han afectado a dos negociadores de Kiev.

Roman Abramovich, quien estuvo en Moscú, Kiev, Lviv y otras ciudades en las que se desarrolla el diálogo, desarrolló “síntomas que incluían ojos rojos, lagrimeo constante y doloroso, y descamación de la piel en sus caras y manos”, informó The Wall Street Journal.

En el entorno de Roman Abramovic se ha culpado del pregunto ataque a los sectores de línea dura del Kremlin que, supuestamente, estarían intentando sabotear las conversaciones que buscan parar la guerra. 

The Wall Street Journal informó que Abramovich y los negociadores ucranianos han mejorado desde que comenzaron a presentar síntomas y no corren peligro. Además, indicaron que Volodimir Zelenski, quien se ha reunido con el empresario, no se ha visto afectado.
 

Por el momento no ha sido posible determinar si hubo algún agente químico o biológico que haya causado los trastornos.
A su vez, el sitio de investigación Bellingcat indicó que sus fuentes también le confirmaron el cuadro de síntomas, registrado a inicios de marzo. 

Según expertos consultados en ese momento, “los síntomas son muy probablemente el resultado de un envenenamiento internacional con un arma química no definida”, afirmó el portal.

El caso más reciente de un envenenamiento a un enemigo del Kremlin fue el del líder opositor Alexei Navalni, que estuvo al borde de la muerte y recibió tratamiento en Berlín. Pero hay un amplio historial de ataques químicos o con otras sustancias nocivas vinculados a la inteligencia rusa.

En septiembre de 2018, el blanco de un ataque fue Pyotr Verzilov, artista, editor de un blog y miembro del grupo activista Pussy Riot, quien acabó en una unidad de cuidados intensivos y tamibén fue trasladado a Berlín para recibir tratamiento.

Según el portal Meduza, “un poderoso bloqueador de neurotransmisores es lo que aparentemente dejó a Pyotr Verzilov en condición crítica”. Su familia dijo que está “1.000% segura” de que él no tomó medicaciones anticolinérgicas por su voluntad.

Unos meses antes, en marzo de 2018, ocurrió otro caso que dio la vuelta al mundo. El ex doble agente ruso Sergei Skripal, de 66 años, apareció moribundo en el banco de una plaza en Salisbury, Reino Unido, junto a su hija Yulia, de 33 años. Estudios toxicológicos descubrieron que ambos tenían rastros de novichok, un poderoso agente nervioso desarrollado en los 70 por la Unión Soviética. Tanto él como su hija batallaron varias semanas por su salud, pero pudieron sobrevivir.

El activista Vladimir Kara-Murza, periodista y opositor al Kremlin, sufrió no uno sino dos presuntos ataques. Luego de realizar múltiples denuncias contra figuras del oficialismo en la Fundación Open Russia, Kara-Murza quedó en coma en 2015 con un fallo múltiple de órganos vitales. Necesitó asistencia respiratoria y diálisis, pero sobrevivió. Dos años después, afirmó que sufrió un segundo envenenamiento que lo dejó varios meses hospitalizado, primero en Rusia y después en Estados Unidos, donde recibió transfusiones de sangre.

Uno de los casos más resonantes ocurrió en 2006, cuando el ex coronel de KGB Alexander Litvinenko fue envenenado en Londres con el isótopo polonio 210. El juez británico Robert Owen estimó que Putin “probablemente aprobó” un plan del servicio secreto, ya llamado FSB, para matar a su sonoro detractor. E

En noviembre de ese año, el ex spía ruso, abiertamente enfrentado a Putin, murió a los 43 años en un hospital londinense. Tres semanas antes, este ex hombre de los servicios secretos había tomado el té con otro ex agente ruso, Andrei Lugovoi. Su muerte provocó una crisis diplomática entre Londres y Moscú, que siempre rehusó extraditar al principal sospechoso.

La periodista de investigación Anna Politkovskaya, crítica de los abusos en Chechenia, había recibido varias amenazas de muerte y en 2004, se enfermó gravemente después de beber té. Dijo que fue envenenada para que no reportara sobre la toma de una escuela en el sur de Rusia en 2004 por parte de separatistas islámicos.

Dos años después, Politkovskaya fue asesinada a tiros afuera de su casa en Moscú. Cinco hombres fueron condenados por llevar a cabo el homicidio, pero nadie por ordenarlo.

Los envenenamientos habían vuelto al primer plano en 2002, cuando el mercenario saudí Ibn al-Khattab, líder de los fundamentalistas en el conflicto de Chechenia, recibió una carta, que le entregó en mano un agente secreto ruso, y cayó fulminado. Al año siguiente el primer ministro checheno, Anatoly Popov, fue intoxicado durante una cena poco antes de las elecciones; logró sobrevivir.

En 2004, cuando durante la campaña por la presidencia de Ucrania, Viktor Yuschenko resultó envenenado por la dioxina TCDD; fue tratado y vivió, pero su rostro quedó desfigurado y su tracto digestivo muy afectado. El líder político fue tratado a tiempo, sobrevivió y fue elegido presidente en enero de 2005, con una política enfrentada al Kremlin. Pese a los cuidados, su rostro deformado conserva los rastros de la enfermedad.

Al año siguiente Boris Volodarsky, un exespía que vivía en Viena, unió el caso Yushchenko con el laboratorio del estalinismo. Pronto comenzó a sufrir fuertes vómitos y fiebre muy alta, y se declaró envenenado. También sobrevivió. Médicos austríacos identificaron tres meses después un envenenamiento con dioxina del tipo TCDD, un agente cancerígeno que produce un acné en la piel.
 

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