La respuesta de Rusia a las sanciones americanas y europeas no se ha hecho esperar. Si el miércoles Putin anunciaba represalias, el jueves las ha concretizado. El jefe del Kremlin no sólo prohíbe durante un año las importaciones de productos agrícolas, materias primas y artículos de consumo de los países que han secundado las sanciones contra Rusia por su papel en el conflicto ucraniano. También ha anunciado que estudia prohibir los vuelos de tránsito procedentes de Estados Unidos y la Unión Europea a las regiones de Asia oriental que actualmente pasan sobre su territorio.
El primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, aclaró en una sesión del Gobierno que eso no quiere decir que dichas medidas aéreas sean implementadas de inmediato, pero sí que "ya están sobre la mesa". Reconoce que se trata de una decisión muy dura y de gran calado, y señaló que "se está estudiando la cuestión sobre el cambio de los llamados puntos de entrada y salida en el espacio aéreo ruso para los vuelos regulares y chárter de las empresas europeas y norteamericanas".
Medvedev también amenazó con revisar los acuerdos alcanzados anteriormente con Washington y Bruselas sobre la modernización del uso de las rutas de tránsito transiberianas por Occidente. "Como resultado del uso de esas medidas, obviamente crecerán los gastos de las aerolíneas occidentales, de forma drástica", señaló el primer-ministro.
En cuanto a la restricción de importaciones, Putin ha encargado al Gobierno que establezca qué productos deben de ver prohibida su entrada en el mercado ruso. Se trata de un boicot total a la venta de carne de cerdo, de ternera y de aves, pescado, queso, leche, verduras y frutas procedentes de Estados Unidos y de la Unión Europea, como anunció Medvedev por televisión. El primer ministro anunció que estas restricciones se amplían además a Australia, Canadá y Noruega y tendrán, en principio, una duración de 12 meses.
Es la respuesta a las sanciones económicas adoptadas hace una semana por Estados Unidos y la Unión Europea por no hacer lo suficiente para rebajar la tensión en Ucrania y por el derribo por parte de los rebeldes ucranianos armados por Moscú del avión de Malaysia Airlines que costó la vida a 298 personas, en su mayoría holandeses.