Ninguna sorpresa en el congreso del Partido Popular (PP) con triunfo de Mariano Rajoy, apoyo al catalanismo pactista y moderado, y firme rechazo del fundamentalismo independentista de Artur Mas, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.
En Podemos, victoria de Pablo Iglesias -y derrota de Íñigo Errejón– en lo que supone definitivamente un giro radical. El movimiento populista se asienta en el espacio de la izquierda radical anticapitalista y antisistema.
Cadena de derrotas en Podemos:
1. Rechazo a participar en la vida institucional y parlamentaria.
2. Apuesta definitiva de Podemos por ser y actuar como una organización radical: un movimiento populista que busca con la acción en la calle cambiar los pilares de la Transición.
3. Decepción en definitiva para quienes vieron en Podemos la opción que aspiraba a entrar en los caladeros de votos del PSOE, sumando también al abstencionismo, ante los escándalos de corrupción.
Derrota en toda la línea de Íñigo Errejón. Buscó con ahínco moderar planteamientos radicales. El portavoz parlamentario de Podemos ha tratado de ensanchar la base electoral de Podemos y convertirlo en protagonista de relieve en las instituciones. Fracaso total en ambos objetivos.
Importante aviso para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Ya sabe que no podrá contar con Podemos para gobernar ni tampoco esperar su apoyo parlamentario. En el espacio del centro-izquierda (frente al centro-derecha del PP), el PSOE permanece como único partido con posibilidades de gobernar.
Por lo tanto la misión de Javier Fernández, presidente de la Comisión Gestora, se convierte todavía en más relevante y decisiva. Ha abogado por la necesidad de la unidad, y de construir un programa político de credibilidad a medio y largo plazo. Recuperar la fuga de votos perdidos a Podemos y movilizar la abstención se convierte ahora en objetivo esencial para el PSOE.