En su primera gran prueba, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tuvo templanza y acierto. Llegó a Barcelona sobre las brasas de la abrupta comparecencia -que destacó Hechos de Hoy– del ministro de Hacienda en el Congreso de los Diputados. Pero evitó azuzar fuegos y pisar charcos, mostrando además a Artur Mas y Convèrgencia y Unió (CiU) que existen otras sendas frente a la soledad o la alianza inevitable con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Pedro Sánchez tuvo además lealtad con Mariano Rajoy, al informarle previamente de su posición, y estuvo fino en no buscar rentabilidad política personal. En muy largo encuentro, una reunión de dos horas, Pedro Sánchez creó un clima de química personal y sensatez, separando todo el caso Pujol y las polémicas sobre la Diada, del diálogo profundo para la mejor relación de Cataluña con España.
Pedro Sánchez planteó -y es además la percepción que recibe mayoritariamente apoyos en consultas y sondeos- que lo primero es un pacto constitucional, y luego la votación en las urnas por parte no sólo de los catalanes sino del conjunto de los españoles. Una reforma de la Constitución es en su opinión la verdadera cuestión de fondo.
Pedro Sánchez expuso y razonó porque considera un desacierto, además de ser ilegal, el proyecto de la consulta soberanista del 9 de noviembre. El secretario general del PSOE destacó además en Barcelona que el PSC (Partido de los Socialistas de Cataluña) dará todo su apoyo y compromiso a CiU para la gobernabilidad de Cataluña. En el balance de su visita, Pedro Sánchez insistió en que hora no es hora ni de monólogos ni de trincheras. Como defendió ante Mariano Rajoy, y ahora hizo ante Artur Mas, Pedro Sánchez destacó que la reforma constitucional es la mejor vía para evitar "la fractura social y el profundo desgarro" que provocaría en Cataluña y España una consulta independentista.
