Veinticuatro horas después de que el ejército de Azerbaiyán lanzara una ofensiva en Nagorno-Karabaj, las fuerzas étnicas armenias aceptaron los términos para un alto el fuego propuestos por Rusia.
Durante años esta zona en el Cáucaso Sur ha sido un polvorín y en los últimos meses la tensión creció por el control del enclave separatista, reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán y en el que viven unos 120.000 personas que se identifican como armenios.
.Azerbaiyán y Armenia han ido a la guerra en dos ocasiones por la disputa de Nagorno Karabaj, una a principios de la década de 1990, tras la caída de la Unión Soviética, y nuevamente en 2020.
Hace tres años, Azerbaiyán recuperó territorios en Karabaj y sus alrededores que habían estado en manos de Armenia desde 1994. Y desde diciembre del año pasado, Azerbaiyán ha montado un bloqueo de la única ruta hacia el enclave desde Armenia, conocida como el Corredor de Lachin.
El corredor es la única carretera que conecta el enclave con el territorio de Armenia. Es una arteria clave para los suministros, y los residentes en Nagorno Karabaj denunciaron una grave escasez de alimentos básicos y medicamentos en los últimos meses. Azerbaiyán acusó a los armenos de utilizar la carretera para introducir suministros militares, lo que Armenia negó.
El comienzo de la crisis
El territorio montañoso de Nagorno Karabaj, una región de unos 11.500 km2 con una población de mayoría armenia, ha sido desde hace décadas objeto de disputa entre Azerbaiyán, donde está ubicado, y los habitantes del enclave, que son apoyados por la vecina Armenia.
En 1988, hacia el final del régimen soviético, las fuerzas azerbaiyanas y los separatistas armenios comenzaron una sangrienta guerra en la que murieron entre 20.000 y 30.000 personas. El Parlamento regional de Nagorno Karabaj votara a favor de formar parte de Armenia.
Azerbaiyán intentó reprimir el movimiento separatista, mientras que los armenios lo respaldaron. Esto provocó, primero, enfrentamientos étnicos y, después de que Armenia y Azerbaiyán declararan su independencia de Moscú, una guerra a gran escala.
La primera guerra terminó con un alto el fuego mediado por Rusia en 1994, después de que las fuerzas armenias se hicieran con el control de la región y las zonas adyacentes.
En virtud del acuerdo, el territorio siguió formando parte de Azerbaiyán, pero desde entonces ha estado gobernado en su mayor parte por una república separatista autoproclamada, dirigida por armenios étnicos y respaldada por el gobierno armenio.
En el fondo de todo permanece una división territorial de fronteras que fueron establecidas en tiempos de la Unión Soviética.
La división del territorio
El Cáucaso es una importante región montañosa que durante siglos ha visto cómo distintas etnias, religiones e imperios han reclamado su parcela de control.
Los modernos Armenia y Azerbaiyán que hoy conocemos se integraron dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) cuando ésta se formó en 1920.
Nagorno Karabaj, también conocida como Alto Karabaj, es una región de mayoría étnica armenia. Pero en 1923 los soviéticos entregaron su control a autoridades azerbaiyanas y se constitutó como óblast autónomo (`rovincia) dentro de la entonces República Soviética de Azerbaiyán
Nogorno Karabaj está poblado por decenas de miles de armenios. Para ellos, esta región forma parte de la Gran Armenia, una idea que aglutina a los territorios que históricamente han sido poblados por la etnia cristiano-ortodoxa armenia.
Es decir, que en medio de una república mayoritariamente musulmana como Azerbaiyán quedó un territorio habitado por cristianos ortodoxos.
Este entramado de fronteras ha influido en varios conflictos étnico-políticos ocurridos tras la desintegración de la URSS, como las guerras chechenas de los 90, la guerra de Georgia en 2008 y la guerra de Armenia y Azerbaiyán
Estados que no existen
Nagorno Karabaj pertenece a la categoría conocida como Estados fantasma.
Son entidades que han expresado su deseo de ser Estados independientes, que tienen algunas características típicas, pero que no son reconocidos así por la comunidad internacional. En su mayoría se encuentran en el antiguo bloque comunista de la Guerra Fría.
Lo sucedido en 2020
La situación ha sido inestable desde hace años, con episodios de enfrentamientos que interrumpen los periodos de relativa calma.
El mayor choque militar desde principios de la década de 1990 se produjo hace tres años, durante seis semanas de intensos combates.
Azerbaiyán recuperó territorio y, para cuando ambas partes acordaron firmar un acuerdo de paz con mediación rusa en noviembre de 2020, había reconquistado todos los territorios que rodean Nagorno Karabaj -no el enclave en sí- en poder de Armenia desde 1994.
Bajo la mirada de Rusia y Turquía
Turquía, miembro de la OTAN, fue la primera nación en reconocer la independencia de Azerbaiyán en 1991 y ha seguido siendo un firme defensor del país.
Armenia, por su parte, ha mantenido tradicionalmente buenas relaciones con Rusia. Hay una base militar rusa en Armenia, y ambos son miembros de la alianza militar Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) de seis antiguos Estados soviéticos.
Pero las relaciones entre Armenia y Rusia se han agriado desde que Nikol Pashinyan, que lideró enormes protestas antigubernamentales en 2018, se convirtió en primer ministro de Armenia.
Vladimir Putin negó que Armenia hubiera roto su alianza con Rusia, pero declaró que Ereván, la capital de Armenia, había “reconocido esencialmente” la soberanía de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj.
“Si la propia Armenia ha reconocido que Karabaj forma parte de Azerbaiyán, ¿qué debemos hacer nosotros?”, dijo Putin durante un foro económico en Vladivostok.
El nuevo escenario
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha amenazado repetidamente con ocupar todo el territorio de Nagorno Karabaj por la fuerza, si fuera necesario.
En 2019, Pashinyan dijo a una multitud de armenios reunidos en la principal ciudad de Karabaj que “Artsaj es Armenia, y punto”. Artsaj es el nombre armenio de Nagorno Karabaj.
Para analistas, como sñalaron a Hechos de Hoy, el nuevo brote de violencia en el Cáucaso Sur, es especialmente peligroso. Para el Kremlin, hay el peligro de que una nueva guerra se encienda junto a la de Ucrania.
Europa no desea una guerra abierta en la región. Quiere mantener la paz en Azerbaiyán, Pero hay preocupación ante los focos de inestabilidad en torno a la Federación Rusa y dentro de ella. Es un escenario muy peligroso abierto a golpes de mano y aventurerismo político en momentos de debilidad y confusión en el Kremlin.