Sentencia final en Brasil. Dilma Rousseff fue encontrada culpable de alterar los presupuestos mediante tres decretos no autorizados por el Parlamento y de contratar créditos a favor del Gobierno con la banca pública.
La destitución de Dilma Rousseff confirma en el poder a Michel Temer, quien completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019, para el que la hasta ahora presidenta había sido reelegida en octubre de 2014 (ver en Hechos de Hoy, Dilma Rousseff en las horas dramáticas de su sueño político en Brasil).
No sólo cayó Dilma Rousseff en Brasilia. Se cerró de forma abrupta la era de 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Fue el fin del ciclo abierto por Luiz Inácio Lula da Silva.
Ha sido una historia largamente escrita. Muy unida a la personalidad de Dilma Rousseff. Altiva, prepotente, burócrata, y siempre tenaz con imponer los informes. Capaz de repetir de memoria cifras y datos pero sin tiempo para escuchar y valorar opiniones. Incapaz de tejer una cultura de proximidad y empatía. Es como si se hubierado empeñado en escribir una historia bien lejos de las raíces de Brasil y sus señas de identidad.
Obviamente Dilma Rousseff ha sido lo contrario de Luiz Inácio Lula da Silva. Nunca tuvo carisma para dominar la escena de Brasilia. Con su actitud arrogante chocó además de forma frontal con los ambientes de Sao Paulo y Río de Janeiro donde se ha escrito buena parte de su ocaso político.
Nunca hubiera caído Dilma con una gestión de éxitos. Sucedió todo lo contrario. Su segundo mandato hizo encallar a Brasil en la peor crisis en ocho décadas. Se produjo un efecto dominó. A los maldos datos económicos se sumó el derrumbe continuo de su popularidad. Estalló desde entonces un clamor social, una marea amarilla que logró movilizaciones masivas continuas en Sao Paulo. Los escándalos políticos y económicos se convirtieron en la puntilla.
Dilma se empeñó en condenar su fracaso como un verdadero golpe. Querrá dejarlo por escrito y escribir sus memorias. En estos meses último evitó la autocrítica. En el balance más negativo de Dilma, el peor error ha sido el de dinamitar la obra de Luiz Inácio Lula da Silva.
Los retos para Brasil son acuciantes. Argentina los observa con muy especial atención. Mauricio Macri observó neutralidad de forma escrupulosa. Pero esperaba de forma impaciente que se escribiera el final de una crisis política que dañaba a sus vecinos. A la cumbre del Grupo de los Veinte, Michel Temer llega con el objetivo culminado de haberse convertido en el presidente confirmado de Brasil.
