Todo sigue abierto en la escena política de España. En un acto del Partido Popular en Murcia, el presidente del Gobierno en funciones reivindicó la negociación de un programa entre tres fuerzas con principios comunes.
Mariano Rajoy cree en público y privado que una coalición del Partido Socialista (PSOE) y Podemos, que pretende claramente Pedro Sánchez construir en contra del propio Comité Federal, pasaría una factura muy dañina a España. Sería un golpe demoledor para los avances realizados, cuyos logros son un patrimonio común (ver en Hechos de Hoy, Mariano Rajoy cede en su plan alemán y no descarta presentarse a la investidura).
Mariano Rajoy está enviando constantes señales. Sabe bien del daño causado por la corrupción política a todos los niveles, pero muy especialmente al Partido Popular. Sin embargo considera que lo esencial es formar Gobierno y evitar el colapso de la legislatura y nuevas elecciones. Es decir, se apartó pero no renunció a la investidura.
Ahora reacciona ante el peligro real de que Pedro Sánchez selle un pacto con Podemos. A la vez Mariano Rajoy considera crucial los pactos ante el desafío secesionista en Cataluña -que avanza con sigilo pero de forma contundente con Carles Puigdemont– y la situación económica con insólita alza de la prima de riesgo. Mariano Rajoy sabe bien a la vez que todo depende de Ciudadanos y Podemos. Y que la lucha política sigue abierta con crudeza.