Diego Armando Maradona se convirtió en un personaje. Su fama lo devoró. Todos lo vimos. Algunos lo admirábamos como jugador, pero lo censuramos cuando abandonó la práctica del fútbol. Sus excentricidades y adicciones, pudieron con él. Y lo he visto en otros casos. 

Combinar mucho dinero (ni sabía cuánto tenía) con una fragilidad emocional, te llevan a un callejón en el que, poco a poco; empiezan a tomar las decisiones por ti. Y claro, esa vida cómoda de no tomar decisiones, que todo me lo hagan que para eso pago, ya la querría yo para mí. Pero hay que estar muy bien amueblado para que no te pierdas por el camino.

 Así, a grosso modo, se resume la vida de Diego “el argentino”. Acabó rodeado de gente que no le importaba nada. Sólo querían tenerlo contento y vivir de su dinero. Repito, lo he visto en casos cercanos y me daba pena (menos mal que se amueblaron). Pero, con las drogas y la medicación se les fue las manos a todos.

Operaban como una pandilla. Entre todos tenían que conseguir encubrirse para que “el Pelusa” creyera estar viviendo protegido. Y me alegro, de verdad, que la ley quiera sentar en el banquillo a todos los que consiguieron matarlo o que se muriera a sus 60 años. Eso ya lo dirá el juez.

Por lo pronto son: el médico de cabecera, un psiquiatra, un psicólogo, un médico clínico y cuatro enfermeros. Espero que, por lo menos, Maradona sirva de ejemplo a los jóvenes que me leen (si es que hay alguno) para que vean a dónde lleva el camino equivocado.

Nunca dejen las decisiones de su vida en manos de otras personas y dense cuenta que las adicciones de cualquier tipo (drogas, amor, juego y un largo y penoso etcétera), cada vez, te dejan menos capacidad de elegir tu propia libertad.