Hay que ganar como sea.
El presidente acude a una reunión donde colaboradores suyos, asesores (suplidores de frases, slogan y contratistas) debaten su reelección. Hay quienes dudan pero se inhiben. Nadie quiere liderar la oposición. Argumentos van y vienen. Finalmente, el presidente exclama:
¡Hay que ganar como sea!
Cuando me repongo de la sorpresa saco cuentas: exactamente así se expresó Hipólito Mejía en el 2004, eso mismo dijo Leonel Fernández en el 2008 cuando aplastó al propio Danilo y de nuevo en 2012 y, para no quedarse atrás, ese fue el discurso de Danilo Medina en el 2016.
Y miren como han terminado estos personajes: Hipólito es un viejo decrépito empeñado en amasar fortunas que nunca tendrá la oportunidad de disfrutar ni de gastar. Leonel Fernández sabe que depende de favores ajenos y coyunturas que no controla para evitar ir a la cárcel y Danilo Medina es un caso patético envejecido, irrespetado y sin dormir.
Ellos siempre fueron madera de mala clase y hay quien diga: terminaron donde debían, eso es lo que siempre fueron: chatarra. En el caso de Luis Abinader sería más grave y más penoso porque es madera de otro árbol y parece un sinsentido salir de lo limpio para meterse en la pocilga con los cerdos.
¿Hay que ganar como sea?
Hay quienes lo intentan y les va bien mientras que a otros les va mal pero a todos, mas adelante, les llega la factura. Y por cual vara será medido cada uno es una incógnita porque los tiempos cambian y la brisa también.
La Convención del PRM en mayo fue antidemocrática y perversa. La reciente exclusión de dirigentes ingrata y estúpida. Ambas ominosas. Si el presidente realmente cree que: hay que ganar como sea, perderá como sea. Tendrá que enlodarse y nada podrá salvarlo de la deshonra si logra reelegirse ni de la cárcel si fracasa.
El chapulín ya se murió, Batman pasó de moda, el Llanero Solitario no monta a caballo y Gala se peleó con Dalí hace muchos años. Que lástima y que tristeza me daría comprobar que nunca me equivoqué con usted justamente cuando empezaba a y celebrar haberme equivocado al juzgarlo.