La COVID-19 no tumbará a Donald Trump. Pero probablemente sí lo hará su gestión de la pandemia. El mundo cambió de forma dramática desde el 31 de diciembre de 2019.

Para la viróloga china Li-Meng Yan, "el mercado de Wuhan no fue el origen del brote ni un animal salvaje el intermediario. La COVID-19 no procede de la naturaleza". Sabe que es una cuestión cruzada entre la comunicación, la política y la economía. Desde su exilio en Estado Unidos trabaja en un documento sólido sobre la gran tragedia de la COVID-19 y las mentiras del Partido Comunista de China (PCCh). En declaraciones a Fox News reveló por primera vez sus hallazgos y su huída a Estados Unidos. 

"Las autoridades chinas conocían la existencia de la pandemia desde antes de diciembre. Ocultaron el coronavirus desde antes de diciembre", aseguró a Fox News. Reveló que pasó miedo mientras escapaba de China:

Subrayó que hizo una investigación sobre el coronavirus, que el Gobierno chino no quiso escuchar. Pero que si lo hubieran hecho hubieran salvado muchas vidas. Además, hubieran evitado que la enfermedad saliera del país..

Insistió en que China tenía la obligación de decirle al resto de países lo que estaba ocurriendo, pero no lo hicieron. La viróloga cree que tras estas revelaciones su vida está en peligro. Además, tiene asumido que no podrá volver al país. "La razón por la que vine a Estados Unidos fue para contar la verdad sobre el coronavirus", explicó.
 
Según su propio testimonio, Yan alertó a sus superiores sobre la peligrosidad del coronavirus mucho antes de lo que dicen. También, asegura que el 31 de diciembre, un compañero le advirtió de que el virus se podía contagiar entre personas.

Esta fecha es bastante anterior a la comunicada por China. Pero la viróloga afirma que no sólo su país conocía esta información en diciembre, sino también la OMS.

Cuando la científica informó a sus superiores de la gran capacidad de propagación del virus, señaló que no le hicieron caso y le dijeron que siguiera trabajando. Asegura que comprobó cómo los expertos que trabajaban en el asunto fueron guardando silencio uno tras otro.

Yan decidió huir de China porque pensaba que podían acabar matándola. De hecho, intento convencer a su marido para que se fuera con ella, pero se negó. Al final, llegó a Los Ángeles a finales de abril. Fue entonces, cuando el FBI inició una investigación.

La viróloga ha sabido que las autoridades chinas han entrado y registrado su apartamento y han interrogado a sus padres. Mientras, la Universidad de Hong Kong, donde trabajaba, ha borrado su página y su cuenta de correo. Además, la embajada china en Washington niega conocer su existencia, y dice igual que la OMS que se ha actuado con transparencia.