Cuando escribo estas líneas –confieso que con dolor – los servicios estadounidenses de Inteligencia acaban de confirmar la autenticidad del video en el que el periodista James Foley es decapitado. Sus captores, miembros del llamado Estado Islámico, amenazan ahora con asesinar también a otro periodista, Steve Sotloff, si el gobierno de Estados Unidos no cesa el bombardeo de posiciones yihadistas, decisión bélica tomada por el presidente Barack Obama, como medio para permitir a las minorías cristianas y yazidíes, ponerse al abrigo de los ataques del grupo armado.
Como ha descrito Frédérick Charillon, director del francés Instituo de recherche stratégique de l’Ecole Militaire (“Le dilemme stratégique de Barack Obama”, Le Monde, 19/08/2014) “desde Siria a Gaza, pasando por Ucrania e Irak, dos dilemas clásicos agitan la comunidad internacional y ponen en cuestión las políticas exteriores. El primero se refiere a la compatibilidad entre los intereses y principios: tenemos que actuar en una situación que requiere la moralidad, pero en el que el costo estimado de la acción puede ser demasiado alto para el interés nacional real”.
El otro dilema se refiere a los modos operativos: una acción bélica ¿es realmente efectiva o se ha revelado contraproducente después de las iniciativas de la década anterior?, se pregunta el estratega.
En éste y en otros análisis echo en falta una cierta visión de largo plazo y, sobre todo, una perspectiva antropocéntrica, que aclare la mirada y capte el valor infinito de cada persona, como un “alguien” no como un “algo” que pueda ser objeto de negocio, ni siquiera político.
Una civilización puede abdicar de sus valores siempre que esté dispuesta a dejar de existir anulada por la incivilidad o, peor aún, sepultada por la barbarie y la sin razón fanática, que no religiosa.
El largo plazo en las relaciones internacionales va permitir ponderar en el presente los errores y aciertos del pasado para darles un proyección de bien común en el futuro.
Y, la sabiduría sobre la realidad de que la persona es lo central en las decisiones facilita la coherencia entre los principios y la necesidad de la comunidad internacional, ayuda a respetar a cada mujer y a cada hombre sea amigo o adversario, y determina que no se pongan pie de igualdad las acciones altruistas y los crímenes contra el derecho de gentes. La justicia exige parar las matanzas. En su caso por la fuerza.
Los periodistas que en el suelo del conflicto nos informan de lo que sucede no merecen nunca la muerte como no la merecen todas esas víctimas de cuyo dolor nos dan cuenta. Es exigible una acción para que esto acabe.
Los dilemas, al contrario que las simples opciones, no permiten la marcha atrás, pues ya sea por la acción o por la omisión no tienen una marcha atrás de bajo costo. En este sentido son determinantes de los resultados. También las decisiones que resuelven los dilemas vitales, como la vida de los periodistas secuestrados y amenazados condicionan el resto del mapa estratégico.
Nadie puede pensar que sea casual que los amenazados de muerte – para más escarnio grabada en vídeo y difundida – sean profesionales de la información. Los enemigos de la libertad, que lo son de la humanidad, saben lo quieren y cómo provocarlo.
De parte de la civilización me quedo con la palabra, que leo en Europa Press de la madre de James, Diana Foley publicada en el perfil de Facebook Free James Foley, abierto cuando el periodista de 40 años fue secuestrado por los terroristas: “ “Nunca hemos estado más orgullosos de nuestro hijo Jim (…) Damos las gracias a Jim por toda la alegría que nos dio. Fue un hijo, hermano, periodista y persona extraordinario”. “Pedimos a los secuestradores que perdonen la vida al resto de los secuestrados. Como Jim, son inocentes”, añadió Diana.
Nosotros solo añadimos una plegaria por él, por su familia y por los periodistas secuestrados
Idea fuente: la permanente amenaza de la civilización utiliza a un periodista
Música que escucho. “Miserere mei, Deus” de Allegri, Coro de New College, Oxford (1997).