En el momento de su muerte, Amy Winehouse tenía una tasa de 4,16 mg/l. de alcohol en la sangre. Ese fue el panorama que se encontró su madre, Janis Winehouse un día antes del falleciminto de su hija y lo narra, en momentos de forma desgarradora, en su libro Loving Amy.
Más de tres años después del fallecimiento de su hija, Janis Winehouse rompe su silencio y recuerda cómo fue el último encuentro que mantuvo con su hija, a quien el día antes de su muerte encontró tirada en el suelo de su lujosa casa de Camden, en Londres, rodeada de botellas de vino blanco rotas y en un estado de embriaguez tan deplorable que necesitó la ayuda de su guardaespaldas, Andrew Morris, para bajar las escaleras. Morris fue quien la hayó muerta horas después y dio la voz de alarma.
"Andrew llevaba a Amy cargada sobre sus hombros. Era evidente que la había aseado y peinado en un intento de que tuviera un aspecto respetable", cuenta la madre de Amy. Y después vivió el segundo impacto. "Amy apestaba a alcohol por todos los poros de su cuerpo" y además era "incapaz de articular frases coherentes", algo que fue muy duro para Janis. "No podía quedarme allí sentada viendo a mi hija en ese estado", reconoce.
Janis abandonó la casa pero ni en el peor de sus sueños imaginó que esa había sido la última vez que vio a su hija con vida. Ahora, desde la Fundación Amy Winehouse intenta ayudar a otros jóvenes que bregan con sus adicciones a las drogas. Los beneficios de la venta del libro irán destinados íntegramente a ese fin. Janis lucha para que la trágica muerte de Amy no haya sido en vano y otros chicos y chicas tengan la oportunidad de salir de su pesadilla.