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ENTIERRO EN ÁVILA

La concordia fue posible, epitafio para Adolfo Suárez y Amparo Illana

Segundo día de luto oficial con la despedida en Madrid al primer presidente de la democracia, en una mañana histórica, y entierro en Ávila bajo la lápida que sentencia su vida.

Hechosdehoy / María Céspedes
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Adolfo Suárez asistió al entierro de Claudio Sánchez Albornoz, ministro durante la Segunda República, y presidente de su gobierno en el exilio tras la Guerra Civil, entre 1962 y 1971. Supo entonces que aquel claustro de la catedral de El Salvador de Ávila era el sitio en el que un día le gustaría ser enterrado junto a su mujer.

El tiempo se detiene en el claustro de esta catedral recia, que responde al espíritu de Ávila, de sobriedad y aparente dureza exterior pero de mente abierta, puertas adentro de sus murallas. También Adolfo Suárez dijo a su hijo mayor que el día de su muerte el Rey Juan Carlos I fuera el primero en saberlo y conocerlo. Sus dos deseos se han cumplido. Pero con sorpresas.

Nunca pudo imaginar Adolfo Suárez, antes de perder la memoria, que el día de su muerte recibiría tanto cariño y respeto. Pese a tantas leyendas urbanas que han recorrido su vida, e incluso su muerte, su fallecimiento ha estado rodeada de transparencia exacta. Murió el domingo 23 a las tres y tres minutos de la tarde, en la Clínica Cemtro de Madrid. Su familia quiso mantener la intimidad en las primeras horas. Accedió después a que recibiera en el Congreso de los Diputados honores de Estado, en una capilla ardiente con el féretro cerrado, el intenso olor a flores de un velatorio, y el cuadro político de la Transición.

Durante el lunes y martes, los dos primeros días de luto, la vida de España se paró. Primero en la capilla ardiente, y luego en las calles de Madrid, toda la familia de Adolfo Suárez recibió el cariño, respeto y agradecimiento a su obra política que es la de la convivencia. En Ávila, Jesús García Burillo, obispo fino de la Conferencia Episcopal Española, elogió su "prodigioso trabajo" afirmando que "su política consiguió que las dos Españas pudieran encontrarse tras décadas de animadversión política y de odio". Fue enterrado en el claustro de la catedral de Ávila junto a los restos mortales de su esposa, Amparo Illana, bajo el epitafio "La concordia fue posible".

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