El morbo lo tienen las crisis de Gobierno o los reajustes, en el ambiente de las comidillas políticas de Madrid. La apuesta sin embargo esta vez es sencilla. El presidente del Gobierno quiso esperar al crucial debate sobre Cataluña -que es cuestión de primer orden aunque no lo reflejen las encuestas del CIS- para nombrar el cabeza de lista del Partido Popular para los próximos comicios al Parlamento Europeo.

Son unas elecciones importantes para toda Europa en un escenario en el que se han movido los pilares de la relación con Rusia, hay tensión en la larga frontera del Este -que va desde el Báltico hasta las aguas del mar Negro- y existe preocupación en la Unión Europea por unos niveles de paro alto y, en el caso de España, insoportables. Cuando Mariano Rajoy llegó a La Moncloa, la cuestión que más le preocupaba era su alejamiento -desconocimiento y prevención- de los resortes de poder en Europa.

Esta perspectiva cambió de forma radical. Europa y América Latina son los ejes de su política exterior. En la política americana se siente cómodo en su relación personal con Enrique Peña Nieto. Le sirvió para afrontar las tensiones con Cristina Kirchner tras la crisis y luego ruptura de Repsol con YPF. La relación es muy fluida con los líderes de América Latina. Se pudo visualizar en su esfuerzo, que el Rey agradeció, para que la Cumbre Iberoamericana de Cádiz fuera un éxito.

En Europa, su relación con José Manuel Durao Barroso no fue fácil al comienzo y acaba en una fuerte química personal. En Toledo, a la sombra del Año de El Greco, un redescubrimiento que merece la pena conocer, Rajoy comienza un proyecto que es audaz y puede gozar de éxito. La designación de Miguel Arias Cañete -el ministro más entero de un Gobierno desgastado- no supone una crisis (asunto que trató Hechos de Hoy). La manera gallega de cocinar la política de Rajoy le llevó a esta conclusión.

Lo más interesante de este nombramiento es por tanto comprobar el equilibrio de fuerzas en la lista electoral del PP que ilustra sobre el deseo de Rajoy de que España esté en el núcleo duro de Bruselas. Arias Cañete es una apuesta de largo alcance para la cartera de Interior o Comercio Exterior. Su llegada a Bruselas podría ser la antesala del desembarco de Luis de Guindos al frente del Eurogrupo. Lo primero es posible y lo segundo complejo por el poder de Alemania y Holanda.

Pero muestra al menos que en el caso de Europa hay una reflexión política seria. El mismo criterio de rigor sería bueno que el presidente lo aplicara a Cataluña. No dar un portazo en el Congreso no significa que la puerta esté medio abierta. El factor K –Katalonien– no puede ser un problema nuevo para Europa, se piensa en Berlín. No debe olvidarlo Rajoy en esta nueva singladura.