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Jerusalén en ebullición. (Foto: Canal 12)

EL PLAN DE HALEVI

Hierve Jerusalén ante las conversaciones para un alto el fuego en el Líbano

En 2006, Hezbolá lanzó un ataque de milicianos contra Israel. Provocó una guerra de 34 días que devastó el Líbano, traumatizó a Israel y concluyó con una resolución de la ONU que supuestamente desarmaría a Hezbolá y mantendría a sus fuerzas lejos de la frontera. Nada de esto se ha producido.

Hechosdehoy / Arturo Vázquez Cano

En los hechos de hoy, jueves 26, se puso sobre la mesa una iniciativa diplomática para evitar que estalle una guerra regional en Oriente Medio. Estados Unidos y sus aliados pidieron un cese del fuego de 21 días  en la frontera entre Israel y el Líbano. La ONU instó a todas las partes a “dar un paso atrás”.

Los llamamientos se produjeron después de que la FDI (Fuerzas de Defensa de Israel)  anunciara que se estaba preparando para una  posible incursión terrestre en el Líbano. También anunció que estaba llamando a  dos brigadas de reserva  para misiones en el norte.

Israel  y  Hezbolá  han cruzado oleadas de ataques obligando  a decenas de miles de personas en el Líbano a  huir de sus hogares . Más de 90.000 personas se han visto  desplazadas.

 Israel y Hezbolá se han abstenido de declarar que están en guerra entre sí. Pero sus golpes se intensifican.

Fuerte controversia

Analistas políticos indicaron a Hechos de Hoy que Jerusalén está en ebullición mientras Benjamín Netanyahu guarda silencio. Los ministros de derecha israelíes expresaron este jueves su indignación por los informes de que Estados Unidos está presionando para un alto el fuego de varias semanas.

Por su pate el jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi, anunció a las tropas en el norte que los ataques aéreos en el Líbano tenían como objetivo “preparar el terreno para su posible entrada y seguir degradando a Hezbolá“.

El primer ministro Benjamin Netanyahu no ha hecho comentarios sobre los informes de alto el fuego. Pero no los ha negado en su viaje a Nueva York para hablar en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En Jerusán, el ministro de Finanzas de extrema derecha, Bezalel Smotrich, fue contundente. “No se debe dar tiempo al enemigo para recuperarse de los duros golpes que recibió y reorganizarse para la continuación de la guerra después de 21 días”.

El partido Poder Judío del ministro de Seguridad Nacional de extrema derecha, Itamar Ben-Gvir, dijo que convocaría una “reunión urgente” en aviso y señal de amenaza a la frágil coalición de Netanyahu.

La ministra Orit Strock advirtió que “no existe ningún mandato moral para un alto el fuego. Ni por 21 días ni por 21 horas”.

Incluso el jefe de la oposición, Yair Lapid , dijo que si bien un cese del fuego más corto podría tener sentido, “no aceptaremos ninguna propuesta que no incluya la eliminación de Hezbolá de nuestra frontera norte”.

Por su parte el ministro de Cultura , Miki Zohar , del partido Likud de Netanyahu, dijo que un alto el fuego podría ser un “grave error”.

Los seis factores claves

Primer factor.

En 2006, Hezbolá lanzó a sus milicias en incursiones de guerrilla contra Israel. Se desencadenó una guerra de 34 días que devastó el Líbano, traumatizó a Israel y concluyó con una resolución de la ONU que supuestamente desarmaría a la milicia terrorista y mantendría a sus fuerzas lejos de la frontera. No se produjo.

La Fuerza Aérea de Israel, con precisos informes de inteligencia desmanteló muchos de los cohetes de largo alcance de Hezbolá -escondidos en casas-. El ataque salvó la vida a centenares de personas en Israel. Pero luego hubo una campaña de bombardeos y una incusión terrestre de Israel. No había un Plan B tras el golpe del Plan A del eficaz y preciso ataque aéreo.

Segundo factor.

Ni Hamás en Gaza ni Hezbolá en Líbano ni las milicias hutíes en Yemen son la verdadera cara del enemigo de Israel. Atención a que sólo Israel y sus aliados pueden restablecer su capacidad de disuasión si se imponen al jefe de jefes, a la mano que mece la cuna del terror total. Es Irán. Estados Unidos, Arabia Saudí y Jordania lo han asumido. La OTAN también. Todos se movilizaron para ayudar a Israel cuando Irán lanzó su primer ataque directo de la historia contra Israel.

Tercer factor.

Atención al factor más importante. Israel no puede convertir al conjunto de minorías de la población del Líbano en su enemigo. Sería una equivocación letal. Excepto en sus bastiones chiíes, Hezbolá es impopular entre la mayoría de los libaneses. Hezbolá ha secuestrado al país, ha asesinado a sus líderes más queridos y ha dedicado todos los recursos económicos a crear una poderosa máquina de guerra mientras la economía del Líbano se ha derrumbado.

El Libano no puede ser ya un aliado. Esa ilusión saltó por los aires en 1982 con el asesinato, respaldado por Siria, de Bashir Gemayel, el presidente electo del Líbano aliado con Israel.

Crear disuasión con puño de hierro no conduce a nada.

Pero el golpe maestro del Mosad de desenmascarar a todos los terroristas tapados de Hezbolá con los ataques eléctricos a través de los buscas fue eficaz para demostrar a los propios libaneses que Hezbolá no es invencible (y puede tener pies de barro).

Cuarto factor.

Y quizás el más importante.

Es un error también permitir la implicación de la ONU.

La Resolución 1701 del Consejo de Seguridad, que puso fin a la guerra de 2006, no ha servido para nada.

Si se quiere crear una zona de amortiguación eficaz y real (fronteras seguras y delimitadas) entre Israel y Líbano (léase Hezbolá) sólo se puede conseguir con tropas de la OTAN o una fuerza conjunta de la OTAN con los países árabes que se quieran implicar. Y todo ello bajo la única bandera de la OTAN.

Es esencial una zona de seguridad para Israel en el sur del Líbano.

Quinto factor.

Fue clave la operación de inteligencia del Mosad. Resultó abatido en Beirut el comandante de la Fuerza Radwan y jefe de operaciones de Hezbolá, Ibrahim Aqil, junto a su Estado Mayor. El Mosad descubríó el lugar de la reunión que permitió la intervención de las FDI.

Un recordatorio para Estados Unidos que se trata no de buscar una solución diplomática sino de ayudar a Israel a ganar.

Hasta los ataques de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, ningún grupo terrorista había asesinado a más estadounidenses que Hezbolá.

Ibrahim Aqil fue el responsable de los ataques de 1983 contra la Embajada de Estados Unidos y el Cuartel de los Marines. En los dos atentados fueron asesinados 258 estadounidenses.

Después, Hezbola asesinó y mató de hambre a un número incalculable de sirios. Ayudó a Bashar Al Assad a reprimir de forma salvaje a su propio pueblo.

Atención a que Hezbola, con vínculos crecientes con el Kremlin tiene el control efectivo de un Estado en el Mediterráneo, el Líbano, y aterroriza a sus vecinos.

Hezbolá tiene abierta -y no hay que olvidarlo- una línea de conexión directa con Irán, China, Rusia y Corea del Norte.

Sexto factor.

Atención también al peso de la geografía, la globalización y la geopolítica.

Las tensiones y luchas de Israel con sus vecinos ya no son un conflicto regional.

Si Kamala Harris llega al Despacho Oval, hallara el sobre lacrado que le ha dejado Joe Biden con sus consejo de inteligencia y política exterior en el siglo XXI.

Querámoslo o no -y es un mensaje también para las empresas- hemos comenzao a vivir en un escenario donde no se puede ser neutral ante la pugna se dirime entre un mundo libre y otro que no lo es.

Y ya lo podemos constatar con la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN para protegerse. El movimiento de grito de libertad y disidencia que ha estallado en Irán contra los ayatolás. Y las graves tensiones surgidas en el Mar de China Meridional donde ya están plantando cara Japón, Filipinas y Taiwán a la ambición desmedida de la República Popular de China.

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