Florida nunca había sufrido algo como Michael. Lo que hace solo unos días se anticipaba como una tormenta tropical fue ganando intensidad a una velocidad inesperada y tocó tierra este miércoles en la región convertido en un huracán de categoría 4.
Es uno de los peores huracanes que alcanza nunca los Estados Unidos continentales, el más grave en Florida desde el demoledor Andrew de 1992. Y la furia de los vientos que alcanzaron ráfagas de 250 kilómetros por hora y crecidas por la tormenta de hasta cuatro metros fueron dejando huellas de destrucción y devastación.
Aunque ya se encuentra debilitado en la categoría 1, Michael sigue avanzando, golpeando con lluvias torrenciales Georgia (donde llegó como categoría 3, el primero de tanta fuerza en el estado desde el siglo XIX) y amenazando a las Carolinas, recientemente azotadas ya por el Florence.
De momento solo hay dos personas fallecidas: un hombre que murió cuando un árbol cayó sobre su casa en la localidad de Greensboro, y un niño que ha muerto también por la caída de un árbol sobre una casa en Seminole County, en Georgia.
El lugar más caótico de Michael fue Mexico Beach, la pequeña localidad costera de poco más de 1.200 habitantes donde el huracán tocó tierra antes de las 13.00 horas. Allí, imágenes grabadas por una residente mostraban casas ahogadas hasta los tejados. “No puedes conducir un coche a ningún sitio, no puedes hacer nada porque está todo regado de casas, de piezas de casas”, explicó Patricia Mulligan a The New York Times.
La destrucción y el caos de Michael obligó a la orden de evacuación para 375.000 personas en la región y ha dejado a 500.000 clientes sin electricidad, la mayoría en Florida pero también decenas de miles en Georgia y Alabama.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que visitará la región afectada a principios de la semana que viene. Al mismo tiempo, defendió su decisión de no suspender un mitin que tenía por la tarde en Pensilvania para apoyar a un candidato republicano en las elecciones legislativas del 6 de noviembre. "No puedo decepcionar a las miles de personas que están allá y a las miles que irán", escribió.