Francisco rompió su silencio. Teme el impacto del escándalo de Pensilvania en su viaje a Irlanda. En Ciudad del Vaticano, en fuentes vaticanistas, se asegura que está profundamente afectado por los escándalo de abusos sexuales. Ahora comprende mejor el paso dado por Benedicto XI al renunciar y retirarse del primer plano en un gesto que fue y sigue siendo inédito en la historia de la Iglesia católica.
El actual papa emérito quedó consternado por el nivel de conspiraciones en la Curia en la política y estrategia de los ocultamientos, de negar la verdad. Francisco no ha ocultado en su entorno los errores cometidos en su viaje a Chile.
Otras voces indican abiertamente que Francisco se ha equivocado al no tener un portavoz enérgico, una personalidad tan marcada como la de Joaquín Navarro-Valls. Ahora no se sabe lo que piensa realmente el Papa. La Iglesia católica tampoco reacciona de inmediato ante la actualidad en todos sus frentes.
De ahí la decisión del Papa de escribir una carta abierta, con fecha de 20 de agosto, en la que se dirige a clérigos y laicos. Es una carta en las vísperas de su viaje a Irlanda donde el Papa teme que haya un clima de desafección y de abierta censura.
Fue en 2016, y durante el pontificado de Benedicto XVI, el momento en que estalló un espantoso caso de pederastia en Irlanda. Se desvelaron abusos cometidos por 400 sacerdotes contra al menos 12.000 menores durante 30 años. Para el primer jesuita que llega a convertirse en Papa resulta desolador comprobar que bajo su gestión hay ocultamiento en la Curia, en figuras claves de la Iglesia católica, y los escándalos son tan lacerantes como el vivido en Irlanda.