La clave para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) podría encontrarse en una distinguida clase de hongos. Así lo certificaron los investigadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que describieron la posible etiología de dicha enfermedad aseguran que la causa de ella podría estar en una infección por hongos.
Según el trabajo publicado en el International Journal of Biological Sciences, encontraron proteínas fúngicas y ADN de varias especies de hongos en el cerebro y líquido cefalorraquídeo de pacientes con esta enfermedad.
Las diferentes especies de micosis encontradas podrían llegar a ser la causa de dicha enfermedad que también llegó a presentar evidencias que les vinculan las infecciones fúngicas con otras enfermedades neurodegenerativas, tal y como señalaron en el extenso estudio realizado en España.
“Nuestros estudios sobre cortes de tejido de cerebro demuestran la existencia de material fúngico y corpúsculos intracelulares, a los que hemos denominado endomicosomas. Estas estructuras fúngicas pueden detectarse mediante inmunofluorescencia, usando anticuerpos que reaccionan específicamente contra proteínas de hongos”, explicó Luis Carrasco.
Hay que recordar que actualmente se desconoce la causa de esta enfermedad, que afecta a las neuronas motoras y en la mayoría de casos acaba provocando la muerte entre dos y cinco años después del diagnóstico. El equipo de Carrasco lleva varios años estudiando la posible etiología de estas enfermedades y en estudios previos vincularon estas infecciones con otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la esclerosis múltiple, cuyas causas también se desconocen.
La diversidad en la evolución y la severidad en los síntomas clínicos observados en este tipo de enfermedades parecen estar relacionadas con el trasfondo genético de cada persona y el estado de su sistema inmune.
Según los autores la comprobación definitiva de que las enfermedades neurodegenerativas están causadas por infecciones con hongos podría obtenerse mediante ensayos clínicos adecuados, los cuales deberían realizarse en hospitales con la colaboración de las compañías farmacéuticas que elaboran compuestos antifúngicos.