Sorpresa y masiva participación en el referéndum constitucional en Turquía. Recep Tayyip Erdogan no logró la marea de votos que le habían avanzado sus analistas y expertos. Logró el 51,34% para el salto a una república presidencialista. El 48,66% la rechazó. Los dos principales partidos de la oposición han avisado que impugnarán los resultados por irregularidades en la votación.
Este referéndum se ha celebrado en un clima de intimidación. Recep Tayyip Erdogan quiso convertir este referéndum en una votación contra la Unión Europea a la que acusa de injerencia. No lo consiguió.
En una deriva similar a la de Vladimir Putin, a quien considera ahora su modelo, y tras purgas masivas en el Ejército y la Policía, y la Administración, podrá gobernar tras esta corta victoria a golpe de decreto, nombrar a los jueces del Tribunal Constitucional y permanecer en el poder hasta 2029.
Em Ankara y Estambul, analistas independientes subrayaron el dilema que se abre para el presidente. Puede optar por la reconciliación y el entendimiento con la oposición democrática y kurda, y abrir una rectificación formal con la Unión Europea. O avanzar aún más en laminar a todo tipo de oposición con la lectura de que su triunfo ha sido rotundo para imponer un sistema autoritario.
Recep Tayyip Erdogan ha llevado a Turquía a un escenario sin separación de poderes ni alternancia democrática, con coto la libertad de expresión y las libertades individuales. Si restaura la pena de muerte, abrirá un escenario de crisis internas y de mayores dificultades aún en su relación con la Unión Europea. Tiempo de urgentes reflexiones en Turquía y de serios interrogantes en un momento de grave crisis en la frontera de Europa y Oriente Medio con la espantosa guerra civil en Siria y la salvaje represión de Bachar El Asad.