El fuerte rumor surgió en la noche del domingo en Valencia. Por primera vez el propio Florentino Pérez comprendió el daño que supondría para la marca del Real Madrid mantener a Rafa Benítez como entrenador.
Nadie engañó a nadie. Rafa Benítez nunca pensó que podría llegar a ser entrenador del Real Madrid. Fue el primer sorprendido cuando se produjo el desencuentro de Florentino Pérez y Carlo Ancelotti. Sabía su condición de interinidad. Aceptó el desafío. El club asumió que fichaba a un hombre conservador, con aversión al riesgo. Pero no intuyó los peligros ni tampoco valoró la hipótesis de encontronazo con jugadores como Cristiano Ronaldo. Rafa Benítez fue de repente un factor desestabilizador, justo lo contrario de lo que se pretendió.
Muy seguramente, de todos los entrenadores de la saga de Florentino Pérez, Carlo Ancelotti fue el prototipo de mister para el Real Madrid. Superó, de menos a más, todas dificultades. Pero de repente estalló el mal de alturas del Santiago Bernabéu, el cortoplacismo de un club que se resiste a la senda de ciclos largos.
Rafa Benítez se emocionó en su toma de posesión. Pero bien pronto mostró, junto a sus fortelezas, sus flancos débiles. El fútbol no son las matemáticas. No existe lógica sino el momento de inspiración. El rayo fugaz. La gloria del momento. Muy lejos de pizarras machacadas y de la rutina que aburre y puede llegar a producir hastío.
A Florentino Pérez le dolió la derrota del Real Madrid ante el FC Barcelona. Un cese inmediato habría sido demasiado trofeo para el gran rival. Pero el presidente no olvidó la humillación aunque se resistió a rectificar como apuntó Hechos de Hoy.
Sin embargo en el campo del Mestalla, el domingo, en el partido del Valencia ante el Real Madrid (2-2) comprendió que si no actuaba el choque sería de siniestro total. El equipo mostró su cuajo, su carácter. Brilló además con toda su fuerza la BBC: la conexión de Karim Benzema, Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Y desnudó a la vez el error del entrenador de querer imponer a Kovacic. Cuando fue expulsado, el Real Madrid se sintió aliviado.
Rafa Benítez no quiso contar para esta cita clave con Isco ni James Rodríguez. Mantuvo su veto. Y cruzó todos los límites al castigar de nuevo al jugador que más brilló, Karim Benzema. Fue el final para Florentino Pérez. Comprendió el error. No funcionó la defensa. Y tampoco el ataque. Los jugadores no fueron responsables. El entrenador acabó enredado en sus propias contradicciones. Rafa Benítez tampoco esta vez leyó el partido, la importancia de lo que estaba en juego. Lo decisivo de un triunfo de raza, coraje y valentía.
¿Por qué se produjo ahora esta destitución? Florentino Pérez comprendió que se estaba minando la autoestima de los jugadores, dañando la imagen del club y exasperando a la hinchada. Rafa Benítez pudo haber escogido la discreción. Pero optó por imponer pizarras contradictadorias y no aceptó ningún brote de disidencia.
La tarea de Zinedine Zidane, técnico del Real Madrid Castilla hasta ahora, será la de la reconciliación. Contará con Santiago Solari como número dos. Estuvo junto a Carlo Ancelotti en el banquillo. Es el relevo natural y elegante. En la actualidad, el Real Madrid suma 37 puntos y ocupa la tercera posición de la Liga BBVA tras 18 jornadas. En la Copa del Rey ha sido eliminado después de incurrir en alineación indebida ante el Cádiz. En la Champions ha avanzado sin problemas a octavos de final.
El maestro