El Pleno de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo ha estimado este miércoles el recurso del rey emérito Juan Carlos de Borbón y ha acordado no admitir a trámite la demanda de paternidad planteada por la ciudadana belga Ingrid Jeanne Sartiau en su contra.

Además, ha decidido desestimar el recurso de la demandante contra el auto de admisión a trámite en el que había pedido una prueba de ADN, que, según su punto de vista, no había obtenido respuesta de las instancias judiciales.

En consecuencia, el Supremo deja sin efecto el auto de 4 de febrero y acuerda no admitir a trámite la demanda de paternidad. La decisión se ha adoptado por siete votos a favor y tres en contra.

Los magistrados que se han opuesto han anunciado voto particular. Entre ellos se encuentra el hasta ahora ponente del caso, José Ramón Ferrándiz, por lo que el presidente de la Sala ha encargado la ponencia al siguiente magistrado en antigüedad, José Antonio Seijas.

La Fiscalía se opuso a la admisión de la demanda de paternidad porque estima que no aporta pruebas sobre unos supuestos hechos que se remontan a hace cuarenta años y que no es el "momento procesal oportuno" para solicitar la citada prueba.

El pasado 14 de enero los doce magistrados de la Sala de lo Civil del Supremo estimaron la admisión a trámite de la demanda de paternidad interpuesta contra él por Ingrid Sartiau, por entender que concurrían los requisitos legales para ello, tras celebrar una reunión que se prolongó durante cuatro horas. Esta decisión fue recurrida por los abogados de Don Juan Carlos, que solicitan el archivo definitivo del asunto.

En un acta levantada en noviembre de 2012 por un notario de Gante (Bélgica) Liliane Sartiau, madre de la demandante asegura que "en el mes de diciembre de 1965, me encontraba de vacaciones en la Costa del Sol cuando en una discoteca de renombre conocí a un hombre de 31 años de edad, muy gentil, guapo y dulce y apuesto, con los ojos azules, con el cual mantuve relaciones íntimas durante tres noches en un hotel de lujo". El caso es que el entonces príncipe no tenía esa edad en 1965, sino 27 años, ni tampoco tiene los ojos azules. 

El Alto Tribunal había desestimado anteriormente otra demanda similar contra Juan Carlos de Borbón presentada por el catalán Alberto Solá, que aseguraba ser el primogénito del rey emérito y acompañaba una prueba de ADN con una "fiabilidad superior al 99,9%", que no fue considerada como tal.