Mariúpol, en manos de Ucrania, fue el último punto en que se aplicó el nuevo alto el fuego que pone por el momento fin a lo que fueron las protestas prorrusas en Ucrania de 2014 que han conocido todas las escalas de tensión: desde el avión de Malaysia Airlines abatido por un misil tierra aire de los rebeldes a encarnizados combates que han contado con el apoyo de unidades rusas.
Mariúpol, en esta nueva fase de la guerra, ha estado en el centro de las operaciones porque desde este puerto del mar de Azov se realizan la mayoría de las exportaciones metalúrgicas de Ucrania.
La paz definitiva entre Ucrania y Rusia y el final de las tensiones políticas y económicas entre Bruselas y el Kremlin no está sellada. Los analistas sobre el terreno son precavidos. El ambiente en la cumbre de la OTAN fue de seriedad y atención tras cinco meses de combates y de guerra abierta entre Ucrania, las milicias rusas (los llamados hombres prorrusos o rebeldes prorrusos) y unidades militares de Rusia que fueron seguidas por los servicios de inteligencia de la OTAN.
En Minsk, la capital de Bielorrusia, el denominado grupo de contacto ultimó un plan de paz y de alto el fuego para las provincias de Donetsk y Luhansk. “Espero que esto sea el comienzo de un proceso político constructivo”, fue el balance del secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
En principio Vladimir Putin ha logrado imponer sus tesis pero esta guerra -y es el análisis de verdad que se hace en Bruselas enlas proyecciones estratégicas- es pésima para la Unión Europea y Rusia. además del sufrimiento, muerte y destrucción causada en Ucrania desde que comenzó esta larguísima crisis llena de episodios.
Si hay éxito, Vladimir Putin se libraría de las sanciones y lograría que Petró Poroshenko negocie con las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk.
Petró Poroshenko explicó en su reunión con Barack Obama, Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi -según informaciones de Hechos de Hoy– que el plan de paz comprende la descentralización del Estado, control internacional efectivo por parte de la OSCE, libertad económica para distritos de Donetsk y Luhansk, y la garantía de que se pueda utilizar el ruso como idioma oficial. Pero a la vez avisó de la radicalización de parte de las milicias que sólo están dispuestas a aceptar un Estado independiente. Vladimir Putin camina así sobre dos fuegos, el que encendió, y la frustración y deseo de venganza de quienes utilizó para su ambición geopolítica.
El contexto geopolítico