Pero lo grande y extraordinario de la situación actual, es que, el discurso, la gestión y el activismo de la oposición no tenga nada que ver (o haciendo una concesión, tiene muy poco que ver) con la caída en picada del proyecto reeleccionista.
La carretera de nadie, las denuncias, documentos y testimonio de corrupción entre tantos jueces e instancias que ninguna queda a resguardo, las denuncias contra OISOE refrendadas con el suicidio y la sangre del ingeniero David Rodriguez, los muertos y heridos del pasado domingo en los procesos convencionales del PLD donde fascinerosos de ambas tendencias peledeistas sepultaron cualquier idea o pretensión que pudiera alguien haber albergado sobre la calidad del PLD como partido son evidencias y consecuencias de una cadena de desciertos asentada a su vez en una visión destartalada de la historia y ejercida con una perversidad tan desconocida como despiadada.
No es la oposición, ni sus dirigentes quienes han sacudido el proyecto reeleccionista construyendo a su alrededor la confianza que necesita el electorado para votarlos. No son estos dirigentes los que hayan dado un grande o mediano ejemplo de destreza política. Nadie ha elaborado consignas oportunas ni enarbolado un discurso que haya sacudido las entrañas de un régimen incompetente y despótico.
Los partidos de oposición salen a las calles en caravanas mas bien festivas, el candidato presidencial del PRM, Luis Abinader, se va a cenar con los pobres en el barrio de Cienfuegos en Santiago y en vano trato de imaginarme un recurso de campaña mas gastado e irrelevante que este. Yayo, el candidato a senador o aspirante dispara diariamente decenas de tuits que no dicen nada y que me causan mucho pesar al ver un tipo joven hacer política como los viejos mas viejos que yo y que además nunca se renovaron.
La gente sigue en las calles, indignada y protestando, molesta, acosada por los impuestos, los precios, la inseguridad, el calor, la lluvia, el AMET, el abuso, el tráfico, la negligencia de los empleados públicos y privados, los apagones, las medicinas caras, los hospitales que no sirven, la salud de los pobres es la de joderse, su destino en la justicia es sucumbir, la esperanza de mejorar solamente es viable con trampas y trampas hacen todos y todos los días.
Este país es una mierda de país, total, completa, cotidiana y hasta los diplomáticos extranjeros se extrañan de la tolerancia de los dominicanos para con los males que les agobian y para con los culpables de dichos males.
La oposición, desgraciadamente, no tiene, ni se le ocurre reclamar el mérito por lo mal que le han estado saliendo las cosas al señor Medina. Entonces este país, ahora ni tiene gobierno que sirva ni tiene oposición que convenza y muchos se preguntan si acaso tiene futuro. Lo que hay no sirve y ya, al día de hoy, además del fraude descomunal para el cual habrá que atreverse y en grande, a Danilo Medina nada mas lo salva un milagro.
Sus desgracias políticas son de su propia hechura. Y si alguna posibilidad hubiera tenido para reelegirse tendría que haber acudido a elecciones de nivel presidencial solamente porque, el reguero de cadáveres, rencores, rencillas y desamores desatado por los pactos que fueron inevitables para legalizar la reelección sobreviven a la complicidad de los dirigentes y echan raíces propias que prosperan como pasto en primavera.
Ningún gobierno que haya sembrado el descontento generalizado con su gestión puede tener éxito en imponer un proyecto reeleccionista contra el cual conspira una parte de su propio partido y donde los aliados comprados a tan alto precio no van a ser respaldados en los hechos ni siquiera por los que pertencen a la facción reeleccionista que los compró.
La gente está pefectamente enterada y al tanto de lo que ocurre en ambos lados de la ecuación política nacional. Un país caotizado, endeudado, en desorden no tiene ni gobierno ni oposición. Uno se hunde pero el otro no es beneficiario de la bancarrota del primero. Y contrario a lo que dan a sugerir las apariencias, las debilidades, fallas, ineptitudes o como se le quiera llamar de la oposición han facilitado los errores del gobierno porque ellos le habían perdido el respeto a sus adversarios, desconfiaban de su talento y determinación, subestimaban su visión estratégica y públicamente descalificaron su capacidad para conceptualizar. De un enemigo que subestimo de manera tan categórica y amplia no tengo que preocuparme y esa falta de preocupación por las capacidades de mi adversario me hace incurrir en otros errores.
Por eso insisto: nunca fue mas propicio el escenario para la emergencia de un liderazgo nuevo, no en el nombre necesariamente, sino en la formulación de una estrategia, una visión de poder y una ejecución táctica juiciosa. En períodos como este, lo que mas importa en un partido, un candidato y una organización no es tanto lo que dice ni lo que promete, sino lo que hace. No hay campaña publicitaria que pueda suplir la falta de carácter. No hay estudio de televisión que reemplace a la comparecencia popular en la vida real. No hay declaración que valga en ausencia de compromisos concretos.
Si esto no cambia, y francamente he dejado de esperar que lo haga, cualquier cosa puede pasar. Mi grado de conocimiento de la historia no me permite asegurar o predecir el desenlace de una situación en la que repito, un país caotizado no tiene gobierno ni oposición uno porque esta desacreditado, desautorizado y desarticulado, la otra porque no logra fijar una imagen de competencia, de destreza, de determinación y de poder.
¡Ohh Dios! Diría Andrés.