Muchos informativos se han hecho eco del beso entre las futbolistas Mapi León e Ingrid Engen. Un beso no debería ser noticia por ser entre personas del mismo sexo, ya que eso debería ser de una cotidianidad que eliminara todo atisbo de “noticia”. Pero bueno, este tiene connotaciones anecdóticas que la hacen referencia, hasta para mí. Recapitulamos.
Las dos juegan en el mismo equipo de fútbol, el FC Barcelona. Cada una con su selección: Mapi con la española e Ingrid con la noruega. Ambas estaban disputando la Eurocopa de Selecciones de Fútbol Femenino. Digo “estaban” porque Noruega ya está eliminada y España avanzó tras ganar a Dinamarca y este miércoles juego con Inglaterra por un puesto en semifinales.
Y de ahí viene esta improvisada celebración entra las jugadoras. La noruega quiso sumarse a las felicitaciones por el pase de la blaugrana. Además, Ingrid vio el partido, ataviada con una camiseta de la selección española y, ¿adivinen?, con el número 16 de su novia Mapi. Qué preciosa demostración de amor.
Y ahí quiero llegar. Nunca, nunca, nunca (y lo digo para los de mentes un poco “obtusas”) una demostración de amor como esta, de dos personas que se quieren, puede incomodar a nadie. Es más, deberíamos alegrarnos de que dos personas se besen con el sentimiento que Mapi e Ingrid han demostrado en esta ocasión. Ya quisiéramos todos vivir experiencias así todos los días. Es más.
Creo que deberían cundir más ejemplos como estos en el deporte, sobre todo en el masculino. Vale que asumimos que en el fútbol femenino hay un índice de mujeres lesbianas que hace que esto deje de ser noticia. Me alegro. Ahora, solo espero que en el fútbol masculino deje de serlo y que muchos de los que todavía siguen en el armario para pasar inadvertidos y, en alguno de los casos, no sufrir ensañamiento; puedan vivir su vida en plena libertad de emociones. Ojalá, algún día.